
El Valle de Cocora en Quindío es mundialmente conocido como uno de los paisajes colombianos más hermoso y turísticos. Sin embargo, existe otro lugar que tiene todo un bosque de palmas de cera que son una maravilla de conocer.
En el corazón de los Andes colombianos, un santuario natural que alberga el mayor bosque de palma de cera del planeta, el árbol nacional de Colombia, está experimentando una transformación impulsada por el creciente interés del turismo nacional e internacional.
Esta región, ubicada en límites entre Ibagué y Cajamarca, cerca del caserío de Toche, se ha convertido en un punto de especial interés para visitantes de países como Estados Unidos, Alemania e incluso Brasil, con una afluencia notable especialmente durante los fines de semana y la Semana Santa.
El Santuario de la Palma de Cera en Tolima
Los turistas, provenientes en gran medida desde Salento en el Quindío, realizan un recorrido de aproximadamente tres horas en camperos tipo Jeep Willys a través del antiguo Camino Nacional, conocido históricamente como el Camino del Quindío, una ruta con más de 300 años de historia que conectaba el Nuevo Reino de Granada con el Virreinato del Perú.
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A lo largo de este trayecto, los viajeros se maravillan con las aproximadamente 600.000 palmas de cera que se alzan majestuosamente en un área de 4.500 hectáreas.

La belleza de este paisaje ya había cautivado al explorador alemán Alexander von Humboldt en 1801, quien lo describió como “Un bosque por encima del bosque”. Este mismo camino también inspiró la ruta libertadora liderada por Simón Bolívar.
Las comunidades locales, tradicionalmente dedicadas a la ganadería y la agricultura (principalmente al cultivo de arracacha y frijol), están abrazando esta nueva dinámica turística con gran potencial. En el caserío de Toche, unas 90 familias han comenzado a cambiar su vocación agropecuaria por la turística, ofreciendo alojamiento y gastronomía a los visitantes.
Un liderazgo visionario emerge en la figura de Doña Julia Cardona, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda Alto de Toche.
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Poco a poco, este santuario natural , que se extiende por fragmentos de bosque de hasta 80 hectáreas, está siendo descubierto por Colombia y el mundo. Los habitantes de esta región de los Andes colombianos son conscientes de las inmensas potencialidades que ofrece el turismo y de la gran responsabilidad que tienen de preservar este santuario, donde la única intervención permitida es la contemplación a través de cámaras y celulares.
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