
En lo más extremo del continente, donde el desierto se funde con el mar y el viento silba entre dunas doradas, se encuentra Punta Gallinas, el rincón más nórdico de Sudamérica. Este destino, ubicado en el corazón de La Guajira colombiana, es una joya poco explorada, un lugar donde el tiempo parece detenerse y la naturaleza impone sus propias reglas.
Llegar hasta aquí es una aventura en sí misma, pero una vez que se pisa su árida tierra, se entiende por qué este paraíso oculto cautiva a los viajeros.
Más allá de las fotos de paisajes espectaculares y la promesa de un viaje fuera de lo común, hay aspectos de Punta Gallinas que pocos conocen. Aquí te revelamos cinco cosas que nadie te contó sobre este místico rincón del mundo.
1. El viaje es tan épico como el destino

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Llegar a Punta Gallinas no es un paseo cualquiera. Se necesita paciencia y un espíritu aventurero para sortear el camino.
La travesía comienza en Riohacha, donde se toma un 4x4 que atraviesa el desierto guajiro en un recorrido de aproximadamente 6 a 7 horas.
La ruta es desafiante, sin carreteras pavimentadas, solo arena, cactus y rancherías wayuu que aparecen esporádicamente.
Pero lo más impresionante es cuando el viaje incluye un cruce en lancha desde Bahía Hondita. Allí, entre aguas turquesas y formaciones rocosas, se percibe la inmensidad de un territorio casi virgen, donde el ser humano es un invitado y la naturaleza marca el ritmo.
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2. Los faros más solitarios del continente
Punta Gallinas alberga el faro más al norte de Sudamérica, una torre silenciosa que guía a los navegantes en medio del océano infinito. No hay turistas abarrotando el lugar, solo el sonido del viento y el sol pintando de tonos dorados el paisaje. Estar aquí es sentir la inmensidad de la tierra, el peso de la soledad y la libertad en su máxima expresión.
Visitar este faro al atardecer es una experiencia inolvidable. El cielo se tiñe de colores que van del naranja al violeta, mientras el mar Caribe se agita con fuerza. Es un espectáculo natural que pocas personas han presenciado, pero que queda grabado en la memoria de quienes llegan hasta aquí.
3. La gastronomía es sencilla, pero inolvidable
En esta región inhóspita, la comida es un reflejo de la vida wayuu: simple, pero llena de identidad. Aquí no hay restaurantes lujosos ni menús extensos, pero lo que se sirve es fresco y auténtico.
El plato estrella es la langosta, que se pesca el mismo día y se sirve con arroz y patacones por un precio que ronda los 50.000 COP (unos 13 USD). También es común encontrar pescado frito, chivo guisado y arepas de maíz acompañadas de suero costeño. Comer aquí, bajo un cielo lleno de estrellas y con la brisa marina de fondo, es una experiencia única en sí misma.
4. Dunas que parecen sacadas de otro planeta
Uno de los secretos mejor guardados de Punta Gallinas son las Dunas de Taroa, un espectáculo natural que parece sacado de un sueño. Estas colosales montañas de arena se deslizan suavemente hasta encontrarse con el mar, formando una postal que desafía la lógica.
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Caminar por estas dunas, sentir la arena caliente bajo los pies y lanzarse rodando hasta llegar a la orilla del Caribe es un placer que pocos han experimentado. Aquí no hay límites: el desierto y el océano se funden en un abrazo infinito, creando un paisaje que se graba en el alma del viajero.
5. La conexión con la cultura Wayuu es profunda y transformadora
Más allá de la belleza natural, Punta Gallinas es territorio Wayuu, el pueblo indígena que ha habitado esta región por siglos. Visitar este lugar significa entrar en contacto con su cultura, sus tradiciones y su forma de vida.
Los Wayuu han aprendido a sobrevivir en un entorno hostil, donde el agua es escasa y la tierra es dura, pero su hospitalidad es inmensa. Pasar una noche en una ranchería, dormir en una chinchorro (hamaca tradicional) y escuchar historias de la comunidad es una experiencia que deja huella. Aquí, el tiempo no se mide en horas, sino en conversaciones, en miradas, en el sonido del viento que nunca deja de soplar.
¿Cuánto cuesta esta aventura?
El presupuesto para visitar Punta Gallinas varía dependiendo del tipo de experiencia que se busque. En general, un paquete de 3 días y 2 noches que incluya transporte, alimentación y hospedaje en chinchorro puede costar entre 750.000 y 1.500.000 COP (aproximadamente 190 a 300 USD).
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Víctor Mindiola, gerente de Sashi Tours, una de las agencias que ofrece este servicio en La Guajira asegura que "es muy seguro realizar este tour y que los turistas que viven está experiencia expresan que es inigualable, que queda en su memoria de por vida e invitan a más personas a visitar La Guajira, un mágico rincón del Caribe Colombiano".
Punta Gallinas no es un destino para quienes buscan comodidad y lujos. Es para los que quieren desconectarse del mundo, para los que disfrutan de la inmensidad del paisaje y el silencio del desierto. Es un viaje que reta, que transforma y que deja recuerdos imborrables.
Lo que nunca contaron de este lugar es que, una vez que llegas, algo cambia dentro de sus visitantes. Quizá sea la sensación de estar en el extremo del continente, o la fuerza del viento esculpiendo las dunas. Quizá sea la simpleza de la vida Wayuu, o la certeza de que aún existen rincones donde la naturaleza sigue siendo la dueña del territorio, pero hay algo seguro: cuando te despidas de Punta Gallinas y mires por última vez su horizonte infinito, sentirás que dejaste un pedazo de tu alma en este rincón del mundo.