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Registraduría implementa reconocimiento facial para mejorar transparencia en elecciones

Este avance tiene como objetivo minimizar el fraude electoral y garantizar que cada sufragante sea quien afirma ser.

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Identificación con reconocimiento facial

La evolución tecnológica ha alcanzado el ámbito electoral en Colombia con la introducción de sistemas de reconocimiento facial para verificar la identidad de los votantes. Este avance, impulsado por la Registraduría Nacional, tiene como objetivo minimizar el fraude electoral y garantizar que cada sufragante sea quien afirma ser. Aunque esta innovación no transforma el acto de votar en un proceso digital, añade una capa extra de seguridad al sistema tradicional de tarjetón y lapicero.

Durante las recientes elecciones regionales, la Registraduría implementó un plan piloto en el suroccidente del país para evaluar la eficacia del reconocimiento facial. Este sistema se basa en una extensa base de datos que contiene 60 millones de imágenes de ciudadanos colombianos, lo que permite comparar en tiempo real los rostros de los votantes con los registros oficiales.

El objetivo es desplegar esta tecnología a nivel nacional para las elecciones presidenciales de 2026, poniendo fin a prácticas cuestionables como la supuesta votación de personas fallecidas.

El reconocimiento facial no reemplaza el voto manual, pero lo complementa añadiendo un paso breve, de entre 20 y 40 segundos, en el que se verifica la identidad del votante. Este proceso puede realizarse mediante dos métodos:

  1. Puestos de votación fija: Cámaras instaladas capturan el rostro del votante y lo comparan con la base de datos, mostrando los resultados a los funcionarios encargados.
  2. Dispositivos móviles: A través de una aplicación instalada en celulares destinados exclusivamente para este propósito, el rostro del votante se escanea y se valida con los registros.

Ambos métodos buscan garantizar que el derecho al voto sea ejercido de manera legítima y transparente.

Aunque la tecnología promete reforzar la seguridad electoral, el plan piloto dejó al descubierto ciertas limitaciones. Por ejemplo, hubo casos en los que el sistema confundió a votantes, lo que generó demoras en algunos puntos de votación. Además, la falta de protección en las cámaras fijas permitió que personas cercanas pudieran ser escaneadas involuntariamente, generando preocupaciones sobre la privacidad.

La seguridad de los datos personales también es un punto crítico. Durante el proceso, los nombres y documentos de identidad de los votantes son visibles en pantallas grandes, lo que podría facilitar el acceso no autorizado a información sensible. Sin embargo, la Registraduría asegura que las imágenes capturadas están encriptadas y que el tratamiento de los datos se realiza exclusivamente dentro de su red local.

Además de evitar la suplantación, el sistema de reconocimiento facial aporta datos estadísticos en tiempo real sobre la jornada electoral. Esto incluye información demográfica, como el género y la edad de los votantes, así como el flujo horario en los puestos de votación. Esta herramienta no solo optimiza la logística electoral, sino que también facilita el monitoreo del desarrollo de las elecciones.

La Registraduría enfatizó que, en caso de que el sistema no valide la identidad de un votante, no se le negará el derecho al sufragio siempre que presente su documento oficial. Esto refuerza la idea de que el reconocimiento facial es una herramienta de verificación, no de exclusión.

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