Social Dilemma, de Netflix, es tal vez uno de los documentales mas comentados por estos días porque ha desnudado, con total franqueza, una de las problemáticas de las que el mundo comienza ahora a darse cuenta y que requiere de una urgente acción, mancomunada y eficiente de todas las naciones: controlar el poder desmedido y de manipulación comprobada de las redes sociales.
De ser plataformas que nos persiguen y espían con objetivos comerciales netamente, de vender lo que somos, nuestros intereses, miedos y gustos, para predecir con ello comportamientos y eventuales iniciativas de compra, que terminan subastando al mejor postor, estamos ante maquinarias digitales que han cruzado una muy peligrosa línea como industrias de manipulación de la opinión pública, de aspersores del odio, la homofobia, el racismo y un largo rosario de teorías conspirativas, todas ellas, con intereses precisos desde lo político y sociológico.
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Ya son varios los exempleados de estas redes sociales arrepentidos de ver cómo esos códigos y algoritmos que ayudaron a crear, ahora son incontrolables mecanismos de poder, de direccionamiento de la opinión, que además están construidos para enviciar a las personas.
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El mas reciente de ellos es Tim Kendall, quien fue responsable de monetización de Facebook, quien ante el Congreso de los Estados Unidos acusó a dicha red social de lucrarse de la desinformación y la división, del caos.
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Ha dicho Kendall que el origen inicial de Facebook, de ayudar a cambiar el mundo para bien, al final ha hecho lo contrario, dividir, destruirnos como sociedad en sus palabras, elevar el odio y llevarnos a inminentes situaciones de enfrentamiento y guerras civiles.
Estos algoritmos han sacado lo peor de nosotros, dice Kendall, con las noticias falsas, los grupos de odio que pululan y que generan una profunda división social, polarización que ya está reflejándose en hechos reales de violencia. ¿Les suena parecido esto a lo que está pasando en Colombia?