Las agencias de exploración aeroespacial de Japón, Estados Unidos y la Unión Europea comandan una nueva misión centrada en la observación de rayos X de los vientos de los gases de plasma que soplan a través de las galaxias para desentrañar la evolución del universo y la estructura del espacio-tiempo.
La misión XRISM (X-Ray Imaging and Spectroscopy Mission) pondrá en órbita el día 26 un nuevo satélite especializado en observaciones espectroscópicas de rayos X de alta resolución del movimiento de estos gases calientes para determinar flujos de masa y energía que ayuden a conocer la composición y evolución de los objetos celestes.
Está previsto que el satélite XRISM se lance en un cohete H-2A nipón desde el Centro Espacial de Tanegashima de la Agencia de Explotación Aeroespacial nipona (JAXA) el próximo sábado, 26 de agosto, a las 9:34 hora local (00:34 GMT), un lanzamiento que podrá seguirse desde el canal oficial del organismo en la red multimedia YouTube.
A bordo del cohete irá también un módulo de aterrizaje lunar de investigación, según detalles facilitados por la JAXA.
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Los rayos X se liberan en las explosiones más enérgicas y lugares más calientes del universo, entre ellos las masas de gas que envuelven los cúmulos de galaxias.
El satélite XRISM, un proyecto encabezado por la JAXA y la NASA para cuyo desarrollo se ha contado con varias piezas de hardware clave aportadas por la Agencia Espacial Europea (ESA), es capaz de detectar la luz de rayos X de este gas para ayudar a medir la masa total de estos sistemas, lo que permitiría conocer más información sobre la formación y evolución del universo en sí.
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Las observaciones durante la misión permitirán también saber más sobre cómo el universo produjo y distribuyó los elementos químicos.
El gas remanente en los cúmulos de galaxias son un vestigio del nacimiento y muerte de las estrellas, por lo que el estudio de los rayos X emitidos por él permitiría descubrir qué elementos contiene y trazar un mapa de cómo el universo se enriqueció de ellos.
La misión tiene también como objetivo medir la luz de los rayos X emitidos por objetos inmensamente densos, como los agujeros negros de gran tamaño que se encuentran en el centro de algunas galaxias, con el fin de ayudar a comprender cómo se deforma el espacio-tiempo a su alrededor y en qué medida esto influye en sus galaxias.
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