En un innovador cruce entre las artes escénicas y la robótica, la obra teatral ‘Azul y Rojo’ se posiciona como un hito en la exploración de nuevas formas de expresión artística. Esta obra, fruto de la colaboración entre las facultades de Artes, Ingeniería y Educación de la Universidad Javeriana, no solo representa un avance tecnológico, sino también un esfuerzo por integrar la robótica en contextos educativos y creativos.
Mónica Brijaldo, directora de Quyca Bot y mente detrás de ‘Azul y Rojo’, describe enLa Nube el surgimiento de esta propuesta como un ejercicio interdisciplinario que busca fusionar la programación de robots con la dramaturgia. "El ejercicio surge de una idea que planteamos entre ingeniería y educación", explica Grimaldo, destacando la capacidad de los robots para actuar según guiones elaborados por niños, una iniciativa que no solo acerca la tecnología a los más jóvenes, sino que también les permite explorar nuevas formas de creatividad.
Además, recalcó que esto no es una amenaza para los actores del país.
Detrás de la obra denominada ‘Azul y Rojo’ se ha desarrollado una patente de "Robots Cooperativos" que permite a más de un robot actuar de manera simultánea en escena, una característica que rompe con las limitaciones tradicionales de la programación robótica. Sin embargo, Brijaldo asegura que, pese a la complejidad de su programación, "los robots hacen lo que los humanos le dicen". Esta interacción entre la precisión tecnológica y la intervención humana resalta la importancia de la creatividad y la adaptabilidad en el teatro robótico.
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“Nuestros robots no hablan. O sea, es casi que una obra de teatro como orientada a objetos, objetos inanimados. Entonces ellos no hablan. Pero sí se logró una emocionalidad a través de la forma en la que los robos ponen los ojos. Entonces pensar en los emojis, que son los que como que le dan esa emocionalidad del mensaje. Pues asimismo, en nuestro caso, los ojos son los que expresan esas emociones. Teníamos primero un abanico que 360 emociones", detalló.
El desafío de la obra de Quyca Bot
Uno de los mayores desafíos de ‘Azul y Rojo’ fue fusionar el conocimiento y las metodologías de dos campos aparentemente dispares: arte e ingeniería. Inicialmente, la propuesta fue recibida con escepticismo; sin embargo, la colaboración entre profesores de ambas facultades demostró que la integración de estas disciplinas podía dar lugar a una obra significativa y emotiva, enfocada en valores universales como la empatía.
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“El eje interesante de la obra son los valores y la obra ‘Azul y Rojo’ está planteada hacia el valor de la empatía. Entonces ese escenario de ponerse en los zapatos del otro y de lograr que la obra, que está dirigida a niños de 7 a los 11 años, lograra eso, pues fue un ejercicio muy valioso”, añadió Mónica Brijaldo.