Fue un 7 de octubre de 1952 cuando los ingenieros Norman Joseph Woodland y Bernard Silver recibieron la patente que los acreditó como los inventores de este método de clasificación. Aunque sus orígenes se remontan algunos años antes.
Todo empezó cuando Silver había escuchado que un ejecutivo de un supermercado buscaba una tecnología que pudiera capturar la información de todos los productos pero de manera automática al momento de pagar.
Ahí, sentado en la playa, comenzó a escribir en código Morse y de un momento a otro logró crear las líneas horizontales que se transformaron en gruesos bloques y los puntos, en delgados trazos.
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Aunque con la tecnología de la época era posible realizar la idea, su proceso era algo costoso, pero fue el avance de las computadoras y la invención de las máquinas de rayos láser las que volvieron más realistas estas rayas.
A lo largo de los años, este sistema de las rayas fue redescubierto y mejorado varías veces por diferentes expertos. Entre ellos, el ingeniero George Laurer, quien logró el código de barras que vemos actualmente.
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En junio de 1974, en el supermercado Marsh de Troy, en Ohio, un paquete de chicles se transformó en el primer producto de la historia en ser escaneado con el código de barras.
Actualmente el código de barras ayuda a rastrear e identificar varios productos, materiales de fabricaciones, entradas para diferentes eventos, información para los pacientes en los hospitales, entre otros.