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Drones para medir el carbono almacenado en los bosques: nueva lucha contra el cambio climático

El objetivo de Stephen Elliott y su equipo no es reforestar a gran escala, sino definir buenas prácticas: plantar especies, fomentar el regreso de animales que traigan semillas de otras especies y trabajar con los locales.

Drone
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PATRICK MEINHARDT/AFP

En una colina en las afueras de la ciudad de Chiang Mai, en el norte de Tailandia, un dron sobrevuela un bosque para evaluar el papel de estas zonas verdes en la lucha contra el cambio climático.

El aparato sobrevuela metódicamente la espesa jungla y transmite cientos de fotos que, después, serán ensambladas en 3D.

Con esta tecnología, los científicos logran hacerse rápidamente una idea de la salud del bosque. También pueden estimar de manera precisa la cantidad de carbono que almacena.

Los árboles son importantes captores de CO2, el gas que más contribuye al calentamiento global.

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Su papel, por ende, es clave. Pero desde el año 2000, los bosques se han reducido un 12 % en el mundo, debido a la deforestación, según el observatorio mundial de bosques (global forest watch, en inglés).

El tamaño y la superficie no son el único criterio. La cantidad de CO2 almacenada por el bosque varía según las especies y la edad de los árboles.

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Saber cuánto carbono almacenan los bosques es crucial para comprender con qué rapidez el mundo necesita reducir las emisiones.

La mayoría de las estimaciones actuales combinan imágenes de alto nivel provenientes de satélites con pequeños estudios terrestres, que requieren mucha mano de obra.

Definir las buenas prácticas

Sin dron, "tendríamos que recorrer todo el bosque con una vara y una cuerda de 5 metros, y tomar medidas en cada árbol", explica Stephen Elliott, director de una unidad de investigación sobre la restauración de bosques (FORRU) en la universidad de Chiang Mai.

Una tarea titánica. Gracias al dron, "ya no hay que pisar el bosque". La técnica también tiene la ventaja de proteger el subsuelo, explica el científico.

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Tres medidas son necesarias: la altura, la circunferencia y la densidad del bosque.

La máquina sigue una trayectoria preprogramada mientras que en el piso, el equipo vigila posibles obstáculos -- como un pájaro -- con un par de binoculares.

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"Recogemos datos o capturamos imágenes cada tres segundos", explica Worayut Takaew, el piloto del dron.

"Las imágenes se convierten después en un modelo 3D que puede ser visualizado bajo distintos ángulos", añade.

El objetivo de Stephen Elliott y su equipo no es reforestar a gran escala, sino definir buenas prácticas: plantar especies, fomentar el regreso de animales que traigan semillas de otras especies y trabajar con los locales.

La reforestación del terreno, iniciada hace varias décadas, es un éxito que se aprecia espectacularmente en las imágenes en 3D, en comparación con los terrenos vecinos, que quedaron intactos.

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El equipo de Elliott calcula el carbono almacenado por la capa de hojas y el humus, el material orgánico que suele aparecer sobre los suelos.

Descubrieron que la parcela almacena tanto carbono como un bosque primitivo.

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Medidas precisas

El dron, sin embargo, tiene un defecto: no logra captar bien lo que pasa bajo la cima de los árboles. Para eso, los científicos usan escáneres de tipo LiDAR, que permiten peinar el conjunto del bosque con imágenes de alta definición.

"Es posible penetrar en el bosque y reconstituir la forma y la talla de cada árbol", explica Emmanuel Paradis, un investigador francés del instituto de investigación para el desarrollo (IRD, por sus siglas en francés).

Paradis lidera un proyecto plurianual que busca realizar el análisis más preciso de la cantidad de carbono que pueden almacenar los bosques tailandeses.

En total se cartografiarán cinco tipos de bosque, incluyendo parcelas reforestadas por los equipos de Elliott, con radares LiDAR colocados sobre un dron.

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"El objetivo es obtener una estimación de la capacidad de almacenamiento de carbono de los bosques en Tailandia", explica Paradis.

"Muchas personas, y estoy un poco de acuerdo, piensan que estas estimaciones no son lo suficientemente precisas", declara.

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"Estimaciones demasiado optimistas pueden generar demasiada esperanza y demasiado optimismo respecto a las posibilidades de los bosques de almacenar carbono", advierte.

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