¿Qué es el ARN mensajero?
Sus impulsores ganaron el Premio Nobel de Medicina.
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La revolución del ARN mensajero, que ha sido reconocida con el prestigioso Premio Nobel de Medicina otorgado a los científicos Katalin Karikó de Hungría y Drew Weissman de Estados Unidos, representa un hito crucial en el campo de la medicina y la farmacología. Este avance, que se ha destacado durante la crisis del Covid-19, abre las puertas a un futuro prometedor en la lucha contra diversas enfermedades, incluyendo el sida y ciertos tipos de cáncer, tras años de intensa investigación y superación de obstáculos.
El ARN mensajero es una molécula presente en todas las células, actuando como el intermediario fundamental entre el código genético contenido en el ADN y las actividades celulares. Es una copia temporal de una porción específica del ADN, siempre presente en el núcleo de la célula, y se utiliza como un código para producir proteínas específicas.
En el contexto de la vacunación contra el Covid-19, empresas notables como Pfizer/BioNTech y Moderna han utilizado el ARN mensajero de manera innovadora. Estas vacunas estimulan a las células para que produzcan proteínas del virus, conocidas como "antígenos", con el objetivo de familiarizar el sistema inmunológico con ellos y neutralizarlos. Esta técnica se diferencia de las vacunas tradicionales, que introducen el virus en el cuerpo de forma atenuada o inactiva, ya que en este caso, se producen los antígenos directamente en las células, desencadenando la respuesta inmune y la generación de anticuerpos.
La historia del ARN mensajero como herramienta médica se remonta a finales de la década de 1970, cuando se logró que las células en tubos de ensayo produjeran proteínas utilizando esta técnica. Sin embargo, en ese momento, se enfrentaba a dos desafíos fundamentales.
Primero, las células de los animales vivos mostraban resistencia al ARN mensajero sintético, lo que provocaba respuestas inmunitarias peligrosas. Además, las moléculas de ARN mensajero eran frágiles y su entrega al sistema era un reto debido a su susceptibilidad a la degradación.
Fue en 2005 cuando Karikó y Weissman, de la Universidad Estatal de Pensilvania, presentaron un estudio pionero. Descubrieron que recubrir el ARN mensajero con lípidos, es decir, moléculas de grasa, permitía su entrega segura sin efectos negativos. Este hallazgo marcó un antes y un después en la investigación farmacéutica, dando lugar a la aparición de numerosas empresas dedicadas a las terapias basadas en ARN mensajero en todo el mundo.
La comunidad científica ha explorado aplicaciones del ARN mensajero en la creación de vacunas para diversas enfermedades, incluyendo la gripe, la rabia y el zika. Además, se ha enfocado en aquellas patologías que han sido resistentes a las vacunas hasta el momento, como la malaria y el VIH/SIDA.
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Un avance emocionante radica en el tratamiento personalizado de pacientes con cáncer. Utilizando muestras de las proteínas presentes en los tumores, se puede generar ARN mensajero especializado que provoca una respuesta inmunológica dirigida a células cancerosas específicas.
El bioquímico Norbert Pardi, de la Universidad de Pensilvania, destaca la versatilidad de la plataforma de ARN mensajero, subrayando que "cualquier proteína puede ser codificada como ARN mensajero, lo que abre un abanico de aplicaciones potenciales".
Esta revolución del ARN mensajero promete transformar el campo de la medicina y la lucha contra enfermedades, ofreciendo soluciones más eficaces y personalizadas. Los investigadores continúan avanzando en esta emocionante área, abriendo nuevas puertas hacia un futuro más saludable para la humanidad.
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