Científicos buscan en los microbios de sedimentos marinos, en bacterias que viven en simbiosis con un molusco u ocultas en las secreciones de una esponja las moléculas capaces de conducirlos a un tratamiento revolucionario contra el cáncer o a fabricar un nuevo antibiótico.
Cuando una molécula revela finalmente sus beneficios, por ejemplo, para la enfermedad del Alzheimer o la epilepsia, aún se necesitan décadas y millones de dólares para transformarla en medicamento.
Las negociaciones actuales de Naciones Unidas sobre un tratado para proteger la altamar han colocado estas investigaciones bajo los focos de los proyectores.
Vale recordar que, en 1928, el científico Alexander Fleming descubrió un moho que producía una sustancia y mataba a las bacterias, la penicilina. Desde entonces, los científicos no han dejado de encontrar moléculas curativas.
"La gran mayoría de los antibióticos y de los medicamentos contra el cáncer proceden de fuentes naturales", dice William Fenical, profesor en el Instituto de Oceanografía Scripps, en California.
En 1991, también en Bahamas, los investigadores identificaron una bacteria desconocida, la Salinispora.
La bacteria ha dado lugar a dos medicamentos contra el cáncer, que están actualmente en la fase final de ensayos clínicos.
Desde 1969 se autorizaron 17 medicamentos de origen marino para tratar enfermedades. Unos 40 están además en la fase de ensayos clínicos, según la página web Marine Drug Pipeline.
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