La exposición a la contaminación atmosférica y acústica en las primeras etapas de la vida, incluso en el vientre materno, se asocia con tres problemas comunes de salud mental (experiencias psicóticas, depresión y ansiedad) desde la adolescencia hasta la edad adulta joven.
Implementar y promover políticas que reduzcan la exposición a la contaminación atmosférica y acústica, como la creación de zonas de aire limpio y la regulación del tráfico para minimizar la contaminación vial.
Establecer programas de monitoreo y evaluación de la calidad del aire y los niveles de ruido en áreas residenciales, especialmente en zonas cercanas a escuelas y hospitales.
Desarrollar campañas de educación pública para concienciar a las familias sobre los riesgos de la contaminación y cómo pueden protegerse, por ejemplo, mediante el uso de purificadores de aire y evitando las áreas con alta contaminación.
Fomentar la investigación adicional para entender mejor las causas subyacentes de cómo la contaminación afecta la salud mental y para identificar intervenciones efectivas.
Promover la creación y el mantenimiento de espacios verdes en áreas urbanas, ya que estos pueden ayudar a reducir los niveles de contaminación y proporcionar beneficios adicionales para la salud mental y el bienestar.
Desarrollar programas de apoyo psicológico y servicios de salud mental accesibles para jóvenes y familias que viven en áreas de alta contaminación, para abordar y mitigar los posibles efectos negativos.
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