El pterosaurio Tupandactylus, famoso por su extraña, enorme y colorida cresta, fue el primer vertebrado que conquistó los cielos y, aunque no es un dinosaurio , convivió con ellos varios millones de años en la era mesozoica (hace entre 230 y 66 millones de años).
Hasta ahora no estaba claro si estos animales tenían plumas, pero un equipo internacional de paleontólogos acaba de descubrir nuevas pruebas que confirman que esta clase de pterosaurios tenía plumas y controlaban su color mediante pigmentos de melanina.
El estudio, publicado este miércoles en Nature y dirigido por las paleontólogas del University College Cork (UCC) Aude Cincotta y Maria McNamara y por Pascal Godefroit, del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, se ha hecho en colaboración con científicos de Brasil y Bélgica.
La investigación parte del análisis de un nuevo cráneo fosilizado de 115 millones de años de antigüedad de un pterosaurio Tupandactylus imperator procedente del noreste de Brasil.
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Tras su estudio, el equipo descubrió que la parte inferior de su característica y extraña cresta tenía un borde de plumas, con plumas cortas y peludas y plumas ramificadas y esponjosas.
"No esperábamos ver esto en absoluto. Durante décadas los paleontólogos hemos discutido si los pterosaurios tenían plumas, pero las plumas de este espécimen cierran definitivamente el debate, ya que están claramente ramificadas a lo largo de toda su longitud, como en las aves actuales", zanja Cincotta.
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El equipo analizó las plumas con microscopios electrónicos de alta potencia y encontró melanosomas conservados (gránulos del pigmento melanina) que demuestran que los distintos tipos de plumas también tienen formas diferentes.
"En las aves actuales, el color de las plumas está fuertemente ligado a la forma de los melanosomas", explica McNamara.
"Como los tipos de plumas de los pterosaurios tenían diferentes formas de melanosomas, estos animales debían tener la maquinaria genética para controlar los colores de sus plumas. Esta característica es esencial para el patrón de color y demuestra que la coloración era una característica crítica incluso de las primeras plumas", detalla el profesor.
Por otra parte, gracias a los esfuerzos colectivos de los científicos belgas y brasileños y a las autoridades que trabajan con un donante privado, el extraordinario ejemplar ha sido repatriado a Brasil.
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"Es muy importante que fósiles tan importantes desde el punto de vista científico como este se devuelvan a sus países de origen y se conserven de forma segura para la posteridad", subraya Godefroit.
"Estos fósiles pueden ponerse a disposición de los científicos para su estudio y pueden inspirar a las futuras generaciones de científicos a través de exposiciones públicas que celebren nuestro patrimonio natural", añade.
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