Desde niño, Mauricio Villareal ha mirado al cielo con fascinación. No era un pequeño común, sino uno que pasaba noches enteras explorando las estrellas junto a su papá con un telescopio casero. Aunque no eran astrónomos profesionales, su curiosidad los impulsaba a preguntarse qué secretos guardaba el vasto universo
más allá de lo que sus ojos podían percibir.
Lo que Mauricio no imaginaba es que, años más tarde, esa misma curiosidad lo llevaría a ganar el prestigioso Premio Rómulo Garza del Tecnológico de Monterrey, gracias a una investigación
innovadora que hizo accesible el estudio de la astrofísica, algo que tradicionalmente se ve como una disciplina reservada para grandes laboratorios y equipos especializados.
El punto de inflexión en su vida ocurrió una noche mientras observaba el cielo. Mauricio investigó a fondo lo que observaba y descubrió que las estrellas pueden ser parte de un sistema binario: dos estrellas girando una alrededor de la otra. Cada cierto tiempo, una de ellas pasaba frente a la otra, bloqueando momentáneamente su luz.
Este fenómeno astronómico, conocido como el sistema estelar Algol, fue el punto de partida para su investigación. Su objetivo parecía una locura: medir la masa de esas estrellas utilizando únicamente un telescopio común, una cámara y un software accesible.
Ciencia al alcance de todos
Durante meses, Mauricio se dedicó a fotografiar y registrar el sistema de Algol, midiendo minuciosamente los cambios en su brillo para determinar las propiedades del sistema estelar. A pesar de las limitaciones de los equipos disponibles, el joven astrónomo amateur logró avances significativos utilizando técnicas de fotometría, aplicadas para calcular el periodo orbital y la masa total de las estrellas del sistema binario.
Lo más destacable de su investigación es que todos los recursos que utilizó son de fácil acceso para cualquier persona interesada en la ciencia. “Todo lo que usé en mi investigación es accesible. El telescopio, la cámara, y el software son herramientas de código abierto, utilizadas por astrónomos amateurs. Mi investigación demuestra que no necesitas un laboratorio de la NASA para hacer ciencia”, comenta Mauricio.
Un premio que inspira a nuevas generaciones
El esfuerzo de Mauricio no solo le valió el Premio Rómulo Garza, sino que también se convirtió en un ejemplo de que la ciencia no está reservada para los grandes laboratorios ni los científicos de renombre. Su historia se ha convertido en un faro de inspiración para otros jóvenes, especialmente aquellos interesados en la astrofísica y las ciencias en general. Mauricio, ahora estudiante de mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey, asegura que su historia tiene el propósito de motivar a estudiantes de preparatoria a explorar estos campos y demostrarles que la investigación científica es algo alcanzable para todos.
Su proyecto demuestra que no es necesario contar con equipos de alta gama para llevar a cabo investigaciones científicas relevantes. Utilizando herramientas asequibles y técnicas innovadoras, Mauricio ha mostrado al mundo que es posible hacer ciencia impactante desde cualquier rincón e incluso desde la propia casa.