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Restaurante de sushi prohibe a sus comensales usar perfume mientras consumen sus platillos

El restaurante cree que las fragancias intensas pueden interferir con el disfrute sensorial de la comida y el aroma ambiental del vinagre.

Perfume imagen de referencia
Perfume imagen de referencia
pexels.com

El restaurante de Sushi Kanesaka de Londres ha hecho un pedido único a sus comensales: evitar usar perfume durante su experiencia gastronómica. Esto plantea la cuestión de si más restaurantes deberían adoptar un enfoque similar.

¿Usar perfume para cenar, al tiempo que mejora el aroma personal, tiene el potencial de afectar negativamente el sabor de la comida y la bebida?

Según el profesor Barry Smith, experto en filosofía y percepción del gusto, el olfato juega un papel fundamental en la experiencia general de la degustación. Mientras que la lengua detecta principalmente sabores básicos como dulce, ácido y salado, la nariz contribuye a la percepción de otros sabores.

Sin embargo, Smith señala que los olores ambientales pueden no interferir necesariamente con los sabores experimentados en la boca, ya que no es posible inhalar y exhalar simultáneamente.

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Por otra parte, el profesor Charles Spence, psicólogo, explica que los olores ambientales pueden afectar tanto el sabor de la comida como el estado de ánimo de los comensales.

Sin embargo, los olores inapropiados en un contexto particular pueden crear una disonancia sensorial desagradable. Por ejemplo, encontrar el olor a podrido mientras disfruta de una comida puede ser desagradable.

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Además, chefs de dicho restaurante y otros han estado explorando activamente el uso de aromas ambientales para mejorar la experiencia gastronómica. La introducción de aromas específicos puede ayudar a crear una atmósfera particular o provocar nostalgia.

Sin embargo, se debe prestar especial atención para garantizar que los aromas complementen el entorno culinario y no entren en conflicto con la experiencia sensorial prevista.

Al rededor de la polémica se llevó a cabo un experimento en el que se pidió a los participantes que usaran máscaras faciales que se rociaron con aerosoles corporales antes de realizar una prueba de olor. Los resultados mostraron que después de usar estas máscaras perfumadas, los participantes exhibieron una capacidad reducida para detectar otras fragancias.

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