
El pastor Andrés Corson nos lleva a reflexionar sobre la tentación y cómo Jesús mismo la enfrentó en el desierto, como lo relata Lucas: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, fue llevado por el Espíritu al desierto y así estuvo cuarenta días y fue tentado por el diablo”. La tentación no es exclusiva de algunos; todos la experimentamos. Sin embargo, como señala Corintios 10:13, Dios nunca permitirá que seamos tentados más allá de lo que podemos soportar y siempre nos dará una salida.
Corson recuerda que la tentación proviene de tres fuentes: nuestra carne y sus deseos, el mundo y sus atractivos, y el diablo, quien constantemente busca desviarnos del propósito de Dios. Pero lo más importante es que, a diferencia de Adán y Eva, quienes cedieron a la mentira del enemigo, Jesús venció cada tentación con la verdad de la Palabra de Dios.
El pastor enfatiza en que la clave para resistir está en la disciplina y en aprender a dominar nuestros deseos. El ayuno, por ejemplo, no solo nos ayuda a controlar el hambre, sino que fortalece nuestra capacidad de decir “no” a otras tentaciones. Otra trampa es el atajo, el camino fácil para alcanzar éxito, dinero o reconocimiento sin esfuerzo ni obediencia. “La riqueza lograda de la noche a la mañana pronto desaparece” (Proverbios 13:11), nos recuerda la Biblia. Jesús nos enseña que el verdadero éxito no viene por atajos, sino por el camino de la obediencia y la cruz.
Escuche la reflexión completa aquí:
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