En su mensaje dominical, el pastor Andrés Corson compartió una reflexión basada en la vida de un renombrado cantante cristiano que, pese a alcanzar grandes logros como ganar múltiples premios Grammy, luchó durante años con la adicción al alcohol y las heridas emocionales de su pasado.
Corson relató cómo este hombre, a pesar de su fe y su influencia espiritual, enfrentó un ciclo de culpa y adicción que solo pudo romper al confrontar las raíces profundas de su dolor. “Las personas tratan de llenar su vacío interior con medicinas equivocadas, pero esas medicinas terminan siendo peores que la enfermedad”, advirtió.
El pastor destacó que, aunque el cantante buscó sanidad en varias ocasiones, solo encontró verdadera libertad cuando abordó las raíces de su problema: los abusos y traumas de su infancia. Corson enfatizó la importancia de tomar responsabilidad personal para sanar el pasado y evitar que las heridas sigan dictando nuestras acciones. “El Señor hoy nos dice lo mismo: no podemos seguir culpando a otros por nuestras adicciones o errores. Aunque no podemos cambiar el pasado, sí podemos sanarlo con la ayuda de Dios”, afirmó.
Citando las Escrituras, Corson recordó que Dios nunca abandona a sus hijos, incluso en medio de sus caídas: “Aunque tropiecen, nunca caerán porque el Señor los sostiene de la mano” (Salmo 37:24).
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