Evangelio del día
Lectura del Evangelio según san Marcos (7,31-37):
En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua.
Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: «Effetá», esto es: «Ábrete.»
Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos.
Y en el colmo del asombro decían: «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»
Palabra del Señor
Lectura del día
Lectura del primer libro de los Reyes (11,29-32;12,19):
Un día, salió Jeroboán de Jerusalén, y el profeta Ajías, de Siló, envuelto en un manto nuevo, se lo encontró en el camino; estaban los dos solos, en descampado.
Ajías agarró su manto nuevo, lo rasgó en doce trozos y dijo a Jeroboán: «Cógete diez trozos, porque así dice el Señor, Dios de Israel: "Voy a arrancarle el reino a Salomón y voy a darte a ti diez tribus; lo restante será para él, en consideración a mi siervo David y a Jerusalén, la ciudad que elegí entre todas las tribus de Israel."»
Así fue como se independizó Israel de la casa de David hasta hoy.
Palabra de Dios
Reflexión
La lectura del evangelio según san Marcos presenta un relato conmovedor de compasión y poder divino. En este pasaje, Jesús se encuentra con un hombre sordo y con dificultades para hablar. La forma en que Jesús interactúa con él es profundamente simbólica y reveladora.
Primero, Jesús aparta al hombre de la multitud, mostrando su atención individual y su deseo de establecer una conexión personal. Este gesto nos enseña la importancia de la intimidad en nuestra relación con Dios. A menudo, en medio del bullicio de nuestras vidas, necesitamos detenernos y permitir que Jesús nos toque en lo más profundo de nuestro ser.
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Luego, Jesús utiliza un lenguaje físico para sanar al hombre. Coloca sus dedos en los oídos del hombre y toca su lengua con saliva. Esta acción no solo demuestra la capacidad de Jesús para sanar físicamente, sino que también nos recuerda que la sanación es un proceso holístico que abarca el cuerpo, el alma y el espíritu.
El momento culminante llega cuando Jesús mira al cielo, suspira y pronuncia la palabra "Effetá", que significa "Ábrete". Esta simple palabra encierra un poder extraordinario: el poder de abrir los oídos sordos y liberar las lenguas atadas. Es un recordatorio de que, a través de la fe en Jesús, podemos experimentar una apertura espiritual que nos libera de nuestras limitaciones y nos permite comunicarnos plenamente con Dios y con los demás.
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Finalmente, el mandato de Jesús de no divulgar el milagro destaca su humildad y su enfoque en el servicio desinteresado. Jesús no busca la fama o el reconocimiento personal, sino que busca el bienestar y la restauración de aquellos que encuentre en su camino.
En resumen, este pasaje nos invita a reflexionar sobre la compasión, el poder sanador y la humildad de Jesús. Nos recuerda que, a través de nuestra fe en él, podemos experimentar una transformación radical que nos abre a una vida de plenitud y servicio a los demás.