El durian, también conocido como durián, es una fruta originaria del sudeste asiático, especialmente popular en países como Indonesia, Malasia, Tailandia y Singapur.
Se caracteriza por su aspecto peculiar: una cáscara verde verdosa con espinas gruesas y un tamaño que puede llegar al de una sandía pequeña, muy parecida a la guanábana.
Puede parecer exagerado, pero los carteles que prohíben entrar con ella en los hoteles, el transporte público e incluso algunos vuelos en países como Singapur y Malasia es una realidad.
Por ejemplo, en el Aeropuerto Internacional de Suvarnabhumi, en Bangkok, donde los monitores situados sobre los puestos de facturación indican de forma clara que no se permite llevar durian en el equipaje de mano. Ni pistolas, ni líquidos, ni explosivos, ni durian, dicen los letreros.
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¿A qué se debe su fama?
El durian es famoso por su intenso y penetrante olor, que muchos describen como una mezcla de cebolla podrida, ajo, queso azul y heces fecales.
Este olor tan peculiar es tan fuerte que está prohibido en muchos lugares públicos, como hoteles, transporte público e incluso algunos aviones.
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Pero... ¿a qué sabe?
A pesar de su olor desagradable, el durian tiene una pulpa cremosa y de sabor dulce, que algunos comparan con la crema de vainilla, el mamey o incluso el cheesecake.
Su textura es similar a la del aguacate y se puede comer sola o usarse en diferentes preparaciones, como pasteles, helados y batidos.
Más allá de su controvertido olor, el durian es una fruta muy apreciada en Asia por sus numerosos beneficios para la salud. Se le atribuyen propiedades afrodisíacas, antiestrés, digestivas y hasta anticancerígenas. Además, es rico en vitaminas, minerales y fibra.