TikTok se ha convertido en una de las aplicaciones de contenido más utilizadas en el mundo. Desde allí, no solo se pueden hacer transmisiones en vivo, sino que también se pueden subir coreografías que pronto se vuelven virales, y todos quieren imitarlas. Esto se debe a que los videos no solo se comparten con las personas que siguen el perfil, sino que el algoritmo permite que se muestren a personas desconocidas.
Sin embargo, aunque para muchos es algo bueno que sus videos se hagan virales, para otros no lo es. Ese fue el caso de Maika Cabrera, una trabajadora de 61 años, quien perdió su trabajo como aseadora de colegios por grabar coreografías en su entorno laboral.
Aunque ella aseguró ante el colegio, ubicado en Madrid, España,
que los videos los grababa en su tiempo de descanso o después de haber terminado su jornada laboral, a la institución le pareció muy grave que lo hiciera con el uniforme puesto y utilizando los utensilios de limpieza que le suministraban.
A pesar de que la mujer también indicó que los videos se habían convertido en un espacio para salir de la monotonía del trabajo y liberar el estrés, la institución reiteró su decisión. Ahora, Cabrera se enfrenta a un futuro incierto luego de 20 años de trabajo y ad portas de la pensión.