En medio de las denuncias por agresiones contra las mujeres por parte de hombres que violentan de diferentes formas a sus parejas, el profesor César Sierra, psicólogo de la Universidad Politécnico Grancolombiano sede Medellín, en diálogo con Blu Radio, señaló que una conducta particular de quien ejerce daños a su compañera es la manipulación.
Para él, esta es un arma que se utiliza porque la autoestima del violento no le permite comprender conceptos como la equidad, y su sed de control y poder hace que reaccione de tal manera.
“La manipulación es una de las estrategias que el agresor lleva a cabo para manejar la situación. El agresor necesita un poder, un control, y precisamente porque encuentra ese poder y ese control en su pareja, lo lleva a cabo. Una de las armas que tiene es la manipulación, poder amenazarla, controlarla. Él tiene una baja tolerancia a la frustración y la única forma que tiene de considerarse persona, es a partir de la manipulación del otro. De parte del agresor hay una baja autoestima”, indicó el experto.
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Las reacciones de quien agrede a una mujer, para el profesor, son síntomas de factores frustrantes que hacen que al sentirse menos que su compañera rebusquen en cualquier rincón maneras intolerables, por demás, para dirigir y tomar el control a como dé lugar.
La frustración, el miedo de sentirse menos, son razones cobardes por las que se buscan herramientas como el hostigamiento y la humillación, explica.
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“Son diferentes tipos de estrategias en las que se basan los agresores para manipular a su pareja. Amedrentamiento de tipo psicológico, físico y también, cuando ha estado sometida o dependiente no solo de manera emocional o económicamente, las estrategias que encuentra el agresor de vulnerabilidad en la víctima le sirven para manejar el control que requiere de esta relación de pareja, son personas que no tienen un autocontrol, entonces intentan desde la relación de pareja, manejar el control.
Cuando ellos se sienten menos que su pareja, inmediatamente se dispara el sentimiento de frustración y viene la manipulación, ellos necesitan sentir que tienen el poder. Ahí llega la manipulación y lo llevan a una sumisión, pero también con ese hostigamiento, la humillación para que la persona vaya perdiendo la autoestima”, agregó.
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La concepción de una cultura en la que conductas machistas permanecen en los entornos físicos ha trascendido al mundo virtual. Para el docente, el permitir trascender conductas violentas a las redes sociales, es otro síntoma que decanta en reprochables hechos ya que el temor de buscar orientación o denunciar, se vuelve cada vez más difícil.
“La mujer debe proteger sus derechos en una cultura aún machista. Lamentablemente hay vestigios de esa cultura machista que lleva a que la mujer sea vulnerada en muchísimos aspectos y en muchos momentos de su vida en una relación de pareja que encuentran en una persona ciertos conflictos psicológicos que necesitan ese control. Ese machismo por redes sociales, por la cultura que se mueve en algunas sociedades, lleva a ser un factor muy importante a que se estén vulnerando los derechos y que sea maltratada”, dice.
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A través de un mensaje en su cuenta de Twitter, la periodista Johana Fuentes, víctima de agresiones, manifestó la dificultad de alejarse de los violentos, de factores como el temor para hacerlo, del comportamiento al culpar a la víctima.
Para el experto, es un mensaje que resume, en carne propia, la complejidad de sacar a la luz los resultados de una agresión.
La comunicadora dice en el trino que “alejarse de un agresor no es fácil. Hay tanto daño psicológico que la víctima termina culpándose sintiendo vergüenza, hay temor de por medio y muchos otros factores. Dejen de culpar a la víctima”.
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El profesor Sierra, de acuerdo con el texto mencionado, asevera sobre la necesidad de que, incluso, denuncias de agresiones sean llevadas a los medios de comunicación y puedan servir como herramienta para otras mujeres violentadas, para que sepan que no están solas y que las voces estarán a su favor, en su defensa, pues considera que las agresiones de ningún tipo, ni físicas, ni psicológicas, ni económicas, pueden ser toleradas.
“El conocimiento popular dice que no se deje, pero no es tan fácil decir eso, no es fácil zafarse. Este tipo de agresores tienen tan fuertemente arraigadas unas estrategias que de verdad es muy difícil salirse de esa situación. Sin embargo, las denuncias hay que ponerlas en la mesa porque ayudará a las víctimas a sentirse que están acompañadas, que no están solas, que probablemente vamos a contar con instituciones que las van a acompañar en el sufrimiento desde lo psicológico, social, económico, cultural, por lo que estoy de acuerdo con el trino de Johana. No hay que seguir culpando a la víctima”, manifestó.
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Concluyó haciendo un llamado a no guardar silencio, a reaccionar desde el momento en que se encienden las alarmas de posibles agresiones, a que los canales son múltiples y el apoyo institucional y profesional debe ser útil.
Hizo el llamado, además, a que no es solo responsabilidad de quien es agredida, sino de quienes conocen a la víctima y saben de las diferentes situaciones, que ponen en riesgo su integridad y su vida.
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