Argo, un perro callejero que visitaba cada día desde hacía 15 años el Parque Arqueológico de Pompeya y que se había convertido en un símbolo entre los trabajadores y visitantes de la ciudad arrasada por la erupción del Vesubio en el año 79, ha muerto.
"Era el último perro vagabundo de Pompeya. Estamos muy tristes. Venía todos los días puntual como un reloj, era siempre el primero en llegar y el último en irse, tanto en verano como en invierno, porque hay horarios diferentes y él se los sabía de memoria", explicó hoy a EFE el guía turístico Glauco Messina, que confirmó que el can falleció.
Argo empezó a acudir a Pompeya "cuando era un cachorro", explicó el guía turístico Glauco Messina, de 50 años y que trabaja en las famosas excavaciones desde 2017.
"Entonces había otros perros callejeros más grandes que a lo largo de los años han muerto o han sido adoptados", pero él, en cambio, fue tolerado como el último de los canes vagabundos porque, por desgracia, el tema de los perros dentro de un parque arqueológico es un tema problemático debido, entre otras, a razones de seguridad", dijo.
Tras la muerte del querido Argo, "que tuvo el privilegio de ser el último de los perros callejeros dentro de las excavaciones y fue bien recibido por todos", no parece factible que se vuelvan a acoger este tipo de perros en el Parque, aunque si hay "colonias de gatos, que sí son toleradas".
"Estoy muy apegado porque yo operaba principalmente desde la entrada de la puerta del anfiteatro, que era precisamente el paso por donde Argo entraba todas las mañanas", concluyó.
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