Los villancicos son canciones tradicionales asociadas principalmente con la celebración de la Navidad en muchas culturas. Su origen se remonta a la Edad Media en España, cuando eran composiciones populares que hablaban de temas variados, como la naturaleza, la vida cotidiana o eventos religiosos. Con el tiempo, los villancicos se centraron exclusivamente en temas navideños y se convirtieron en una parte esencial de las festividades.
Pero en un punto de la historia los villancicos eran considerados pecaminosos, pues, para Oliver Cromwell, destacado líder político y militar que transformó a Inglaterra en una mancomunidad y asumió el título de Señor Protector de Inglaterra, Escocia e Irlanda, así como para los puritanos del siglo XVII, los villancicos y las celebraciones navideñas en general eran vistos como prácticas aberrantes y pecaminosas.
Consideraban que la festividad del 25 de diciembre, a la que calificaban de tradición "papista", carecía de sustento bíblico y ponía en riesgo sus principios cristianos. En este contexto, en 1644, el parlamento promulgó una ley que prohibía las festividades navideñas , incluidos los villancicos.
Durante casi veinte años, los villancicos fueron relegados a la clandestinidad y se cantaban en secreto durante misas semiclandestinas que conmemoraban el nacimiento de Cristo. En 1656, un frustrado miembro de la Cámara de los Comunes llegó a quejarse del ruido que generaban los preparativos para "ese día ridículo".
Pero fue hasta 1660, cuando se marcó el fin de la prohibición, devolviendo la tradición de los villancicos en las festividades navideñas. No solo los villancicos previos, sino que también experimentaron un renacimiento apasionado.
En la actualidad se siguen utilizando especialmente en las novenas que se realizan del 16 al 24 de diciembre, acompañados de instrumentos como maracas y panderetas.
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