La pornografía muestra una cara desdibujada de la verdadera sexualidad, porque según Sandra Rocha, experta en educación afectivosexual, “hay una relación documentada entre la violencia sexual y la pornografía”.
La pornografía produce una descarga de dopamina, que se encarga de dar una sensación placentera, luego con un bajón de esta sustancia necesita volver a buscar ese placer. Por ello, puede llegar a ser altamente adictiva, según Rocha.
“La pornografía es mucho más adictiva que la cocaína (…) esto puede generar problemas para mantener unas relaciones gratificantes, satisfactorias”, agregó.
El alto consumo de pornografía en solitario puede llevar a tener pensamientos sexuales demasiado recurrentes, lo que produce falta de concentración en ámbitos cotidianos como el estudio, el trabajo, incluso, con el tiempo se evidencia una incapacidad para sostener relaciones sexuales satisfactorias.
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“Si esa actividad se sale de control empieza a traspasar las líneas de una adicción, puede generar aislamiento social”, explicó.
También dijo que, generalmente, la relación que se rompe es la relación con la pareja y no la de la pornografía, en ese caso se debe buscar ayuda profesional.
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Si se torna en adicción puede conllevar a que la persona no llegue a tener ningún nivel de excitación, si no es a través de la pornografía o pasar horas diarias buscando algún contenido específico.
“Puede tener consecuencias como la eyaculación precoz en el caso de los hombres, porque ya hay una relación entre el cerebro y el cuerpo, en el que con cualquier imagen el cuerpo reacciona”, añadió.
Escuche aquí la entrevista completa en Generaciones BLU:
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