Ubicado en la ciudad de Katowice, Polonia, el primer y único salón de abrazos profesional se ha convertido en un refugio para muchas personas que buscan aliviar su soledad o superar dificultades emocionales. Este singular negocio, dirigido por Anna Kasperek, se ha hecho tan popular que actualmente existe una lista de espera para quienes desean experimentar la terapia de abrazos. La iniciativa comenzó en enero de 2023, cuando Anna, licenciada en fisioterapia, leyó un artículo sobre las terapias de abrazos que están ganando terreno en el extranjero. Intrigada, investigó si había algo similar en Polonia, pero al descubrir que los dos lugares existentes ya habían cerrado, decidió embarcarse en la apertura de su propio salón.
"No esperaba que hubiera tanta gente interesada, aunque es triste cuántas personas se sienten solas", confesó Kasperek en una entrevista reciente con Jam Press, citada por el New York Post. El funcionamiento del servicio es simple pero reconfortante. Las sesiones pueden durar entre 30 minutos y 2 horas, y antes de comenzar, Anna pregunta a cada cliente sobre su estado de salud y si está bajo la influencia de alcohol o drogas. También deja en claro que el servicio es estrictamente platónico: cualquier comportamiento que cruce los límites sexuales dará lugar a la terminación inmediata de la sesión.
En su página web, se especifica: "¡El servicio es platónico, sin matices sexuales!". Los abrazos se realizan en un entorno cómodo, rodeado de almohadones y mantas perfumadas, con música tranquila y la calidez de una chimenea encendida. La oferta de Kasperek no se limita solo a abrazar: cada sesión incluye también una especie de "coaching" profesional, en el que se escucha al cliente y se le ofrece apoyo emocional. "Las personas buscan comprensión, apoyo y un espacio donde puedan sentirse aceptadas", explica Kasperek.
El público objetivo ha sido especialmente la población de entre 40 y 60 años, quienes acuden semanalmente a la terapia para combatir la soledad y otros problemas emocionales. Además de su experiencia como fisioterapeuta, Kasperek es también masajista profesional, y entiende profundamente el impacto positivo que el contacto físico tiene sobre el cuerpo y la mente.
"Cuando nos abrazamos, nuestro cerebro libera endorfinas, responsables del bienestar y la satisfacción. Estas sustancias tienen efectos analgésicos y reducen la ansiedad", explica. De acuerdo con la terapeuta, los mayores beneficios los obtienen aquellos que han vivido experiencias traumáticas o que se sienten especialmente aislados. Las víctimas de abuso sexual o violencia física, o quienes simplemente buscan comprensión, son los más propensos a beneficiarse de esta terapia. Este tipo de servicio se ha vuelto esencial en momentos de crisis, y Kasperek ha destacado que en ciertos casos, la intervención temprana, como un simple abrazo o una escucha activa, puede ser crucial para prevenir tragedias.
"Si las víctimas recibieran ayuda a tiempo, podríamos evitar hasta el 80% de los suicidios. A menudo, basta con un abrazo, escuchar o simplemente tomar la mano", subraya. A pesar de la particularidad del negocio, la dueña asegura sentirse orgullosa de poder ayudar a sus clientes de esta manera. "Estoy feliz de poder brindar apoyo emocional de forma tan directa y efectiva. La gente viene buscando ayuda, y es maravilloso ver los resultados positivos que podemos lograr", concluye.Hoy en día, el salón de abrazos se ha convertido en un santuario para muchos, y la historia de Kasperek es un testimonio de cómo un gesto simple, pero lleno de significado, puede transformar vidas y ofrecer consuelo a quienes más lo necesitan.