al rojo vivo, pasar un buen rato bajo el agua, meter las manos a un balde de agua hirviendo, meter las manos a una hoguera, etc.
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A juicio de los verdugos, si el acusado era inocente Dios lo protegería del daño sin importar la prueba a la que fuera sometido.
Esto explica por qué muchos de los acusados terminaban en la hoguera.
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