En Buenaventura, Valle del Cauca, Colombia, una mujer desafía el paso del tiempo de manera extraordinaria. María Antonia Cuero, nacida el 18 de octubre de 1901, podría ser la persona más longeva del mundo, con 122 años, un mes y 25 días de edad, según su cédula de ciudadanía.
En una entrevista con Los Informantes, de Caracol Televisión , María Antonia compartió su historia a través de décadas de cambios y eventos históricos. Nacida en un tiempo en que el primer motor diésel de dos tiempos se presentó en Inglaterra y Albert Einstein comenzó su impactante carrera científica.
Aunque aún no ha sido reconocida oficialmente por el Guinness World Records, su historia emerge como un testimonio viviente de la historia del siglo pasado y la capacidad humana para desafiar los límites del envejecimiento.
María Antonia rememora cosas de su historia, donde recuerda la Luna como algo maravilloso de su infancia, reflejando la evolución del entorno que ha presenciado a lo largo de su vida. En una época en la que Colombia tenía solo 5 millones de habitantes. Ademas, ha sido testigo de un crecimiento drástico de la población hasta alcanzar más de 50 millones en la actualidad.
A pesar de su edad asombrosa, María Antonia Cuero disfruta de una salud envidiable. Su hija Delcy revela que se baña sola, lava su ropa y contribuye activamente en las labores de la cocina. Cuero atribuye su bienestar a una dieta peculiar que incluye dos o tres bananos medio verdes, cocidos, todos los días. Además, su memoria privilegiada le permite conservar vivos recuerdos de su juventud, dejando perplejos a quienes la rodean.
La colombiana mantiene su salud a través de controles médicos regulares, enfrentando la osteoporosis con determinación. A pesar de la edad, sigue siendo una persona activa y participa en su pasión por el "biche", una bebida alcohólica artesanal tradicional del Pacífico colombiano, que ha preparado durante toda su vida.
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La historia de María Antonia Cuero no solo es un relato de longevidad excepcional, sino también un testimonio de resiliencia y adaptabilidad a lo largo de los años. Su hija Delcy, que asume el rol de cuidadora, es testigo de la fuerza y vitalidad que su madre exhibe a diario.
Aunque aún no se ha formalizado su reconocimiento como la persona más longeva del mundo, María Antonia Cuero despierta admiración y respeto. En un mundo que constantemente busca la fuente de la juventud, Cuero, con sus 122 años, se erige como un faro de inspiración, desafiando las convenciones sobre el envejecimiento y recordándonos que, a veces, la edad es solo un número.
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