El artista plástico suizo Simón Berger crea retratos golpeando y rompiendo el vidrio, proceso que define como “un descubrimiento desde la confusión abstracta hasta la percepción figurativa”.

Nacido el 9 de abril de 1976 en Suiza, Simon Berger es un artista contemporáneo que ha llevado la práctica del arte del vidrio a nueva interpretación con su enfoque único y revolucionario. Además, vive y trabaja en su propio estudio en Niederönz, Suiza, donde combina una visión artística innovadora con una habilidad técnica excepcional.

Berger ha sido pionero en un método de trabajo del vidrio que desafía las convenciones tradicionales. En lugar de construir y modelar el vidrio de manera convencional, lo golpea y rompe con un martillo para crear impresionantes obras bidimensionales.

Este enfoque, lejos de ser destructivo, se convierte en una forma de anti-creación, donde los simples golpes de martillo generan imágenes de gran intriga visual a partir de las fisuras resultantes. Entre más cercanos y breves sean los golpes, más fuertes serán los contrastes y las sombras.

Su técnica explora las profundidades del material, liberando "pinturas" fotorrealistas de la supuesta plenitud de la superficie del vidrio. Cada golpe de martillo, cada fractura, crea contrastes y sombras que dan vida a sus obras de arte de una manera sorprendente.

"Los rostros humanos siempre me han fascinado" explica Simon Berger. "En el vidrio de seguridad, cobran vida y atraen mágicamente al espectador. Es un proceso de descubrimiento desde el empañamiento abstracto hasta la percepción figurativa".

Berger comenzó sus exploraciones artísticas con aerosoles antes de aventurarse en otras formas de expresión. Su formación como carpintero influyó en sus primeras creaciones, mientras que su fascinación por los rostros humanos lo llevó a explorar el potencial del vidrio como medio artístico.

El artista pasó un tiempo trabajando con restos de partes de vehículos usados para crear ensamblajes. Fue en ese momento que meditó sobre qué hacer con un parabrisas de automóvil y allí nació la idea de trabajar con vidrio. "Es un descubrimiento desde la confusión abstracta hasta la percepción figurativa”, explica el artista.

Sus retratos lacerados, incrustados en vidrio, revelan la complejidad de las heridas transparentes que él denomina "morfogénesis". Cada pieza es una exploración de la luz y la transparencia, sumergiendo al espectador en un laberinto de lesiones que desafían las nociones convencionales de arte y percepción visual.

Simon Berger desafía los límites creativos y sondea las capacidades expresivas del vidrio, transformando la fragilidad del material en su mayor fortaleza. Su arte recuerda el poder del asombro y la admiración, permitiendo que la belleza emerja a través de la destrucción controlada.

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