felices en el más allá.
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Hablo también del temor de Dios y calificó alarma contra la pertinencia del pecado.
Llamó la atención a no poner la esperanza en el dinero, el orgullo, el poder, y la vanidad, porque según él, nada de eso puede prometernos nada bueno.
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“Pienso a las personas que tienen responsabilidad sobre nosotros y se dejan corromper. Todo el fruto de su corrupción ha corrompido su corazón y será difícil ir con el señor”, afirmó.
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