En pleno siglo XXI hay quienes pretenden ‘curar’ a los homosexuales con las llamadas ‘terapias de conversión': una verdadera tortura que no cura nada, pero sí deja secuelas que da secuelas y lesiones emocionales, según personas que han sdo víctimas de estos procedimientos. Así lo registró el programa ‘Los Informantes’ de Caracol Televisión.
Danne Aro Belmont pertenece a la Fundación Grupo de Acción y Apoyo a Personas con Experiencia de Vida Trans (GAAT) y fue una de las personas que pasó por estas terapias y afirmó que so centros de tortura.
"Mis padres me llevaron a una Iglesia católica, donde me hacían exorcismos que duraban horas y al final me preguntaban si seguía siendo gay", confesó.
Así recuerda Belmont recordó su traumática experiencia en una "terapia de conversión gay", a la que fue sometida para intentar cambiar su orientación sexual o identidad de género. Esta joven nació y creció como un niño, pero siempre se sintió mujer, se cambió el nombre y por su apariencia es difícil que pase desapercibida.
“Siento que soy una bola de disco caminando en la ciudad, la gente como que se voltea, como que rectifica la mirada o hace comentarios, o se codea o se quedan impresionados.Hay algunas que se asustan, pero yo no le estoy prestando la atención a eso…Me siento orgullosa de cómo soy y lo que soy”, dijo entre risas.
Discriminación y tortura
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Detrás de su orgullo gay se esconde una persona que fue víctima de la discriminación por su orientación sexual. Cuando su familia se dio cuenta de su homosexualismo insistió de todas formas para tratar de ‘curar’ su condición.
"El término terapias de conversión está mal utilizado para lo que son en realidad: esfuerzos de cambio para la orientación sexual o el género de las personas a través de torturas, rezos, exorcismo, violaciones. Así intentan cambiar lo que somos", contó la activista.
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Los padres de Danne escucharon una conversación de con un compañero, cuando tenía 11 años y le empezaron hacer preguntas. Al confirmar su orientación la llevaron a varios especialistas.
“Me hicieron exámenes psicológicos, hormonales, de muchos tipos; incluso preguntas que tenían que ver si me habían violado o si mi mamá me consentía mucho de pequeña…Te hacían un proceso en el que te decían que 'Dios te iba a liberar de lo que te estaba poseyendo', que era un demonio que te hacía sentir atracción a otros hombres. Era super violento encontrar personas que te dijeran que quién tú eras está mal”, reveló.
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Así recuerda Danne su traumática experiencia en una 'terapia de conversión gay', el proceso al que fue sometida para intentar cambiar su orientación sexual.
La activista trans también acudió a un retiro espiritual con agua bendita para sacar el supuesto demonio que tenía. El proceso duró horas y fue bombardeada con información, lo que ella indicó como un ‘lavado de cerebro’. Esa convivencia no logró cambiar su identidad, pero tanto maltrato y tortura la llevó a que su autoestima bajara de forma considerable. Todo aquello desencadenó en cuadros depresivos, problemas alimenticios y varios intentos de suicidio.
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El apoyo de la comunidad trans en Bogotá fue lo que le cambió el chip y le dio motivos para no quitarse la vida.
“Empecé a buscar información y se la fui pasando a mi familia. Con esa información cambiaron, empezaron a entender, ahí mi autoestima y la forma en la que me veía cambió”, señaló. Fue en el activismo que encontró su razón de vivir para evitar que alguien pasara por lo que ella pasó y lo hizo con la Fundación GAAT de la que es directora.
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En defensa de la comunidad Lgbti+
El programa también habló con Andrés Forero Ordoñez, gerente de campañas de 'All Out', un movimiento global por los derechos LGBT+ y quién cataloga estas prácticas como dignas de matoneo.
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"Nos sorprendimos al saber que muchas personas habían pasado por estás prácticas que dejaban graves daños psicológicos”, señaló el también activista.
En algunos centros centros, las terapias de conversión eran más violentas incluso peor de las que recibió Danne, con personas que eran electrocutadas o incluso que reciben 'violaciones correctivas' y otras que son víctimas de golpes.
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El congresista Mauricio Toro, quién radicó un proyecto para prohibir este tipo de prácticas, se refirió también a los lugares de 'conversión'. "Estos centros de tortura que tratan de cambiar nuestra identidad de género, nuestra identidad sexual, pues no pueden tener cabida en Colombia en un Estadi diverso que respeta los derechos humano", indicó.
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A Belmont, ahora su familia lo acompaña en las marchas y cataloga eso como un cambio fundamental para poder alzar su voz. Las cifras de las agresiones a miembros de la comunidad Lgbti+ son escandalosas y contra ellas luchan estos activistas.
Escuche el podcast “Zorros y Erizos” y conozca todas las reacciones de la ‘paz total’ que quiere el nuevo gobierno:
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