
Un insólito hecho dejó atónitos a los habitantes de Yurimaguas, en la región Loreto, Perú. En medio de un velorio, los asistentes vivieron una escena propia de una película cuando Julio Saurin, el hombre a quien despedían, entró caminando al funeral, sano y salvo.
Lo que parecía una tragedia tomó un giro inesperado cuando la familia, en estado de shock, se dio cuenta de que habían confundido a su ser querido con otro fallecido. Su madre, entre lágrimas, corrió a abrazarlo mientras los demás intentaban procesar lo ocurrido.
Todo comenzó días antes, cuando las autoridades hallaron un cadáver en el río Huallaga. Sin familiares cercanos que pudieran identificar al fallecido, la policía convocó a Sixto Saurin, hermano de Julio, para el reconocimiento.
Sixto observó que el cuerpo tenía una marca en el brazo, similar a una cicatriz que su hermano tenía por un accidente de trabajo. Basándose en este detalle, la familia concluyó erróneamente que se trataba de Julio.
Él había tenido un accidente de trabajo justo en el mismo brazo. No había un familiar cercano de la otra persona, de la otra parte
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Convencidos de que habían encontrado a su hermano, realizaron los trámites necesarios para reclamar el cuerpo y organizaron su velorio, sin imaginar que Julio estaba vivo.
Una aparición que dejó a todos en shock
Mientras su familia lloraba su supuesta muerte, Julio Saurin estaba en su chacra en el distrito de Shucuhsyacu, donde había viajado por trabajo. Sin un teléfono ni medios para comunicarse, estuvo incomunicado varios días, lo que llevó a su familia a pensar que había desaparecido.
Cuando finalmente regresó a Yurimaguas, se encontró con una escena surrealista: su propio velorio. Al entrar en la casa donde se desarrollaba la ceremonia, el desconcierto fue total.
Su madre corrió a abrazarlo entre lágrimas, mientras otros familiares tardaban en reaccionar, sin poder creer lo que veían. La tristeza del duelo se convirtió en un momento de incredulidad y alivio.
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Más allá del impacto emocional, la familia Saurin también se enfrentó a un problema económico. Gastaron más de 6.000 soles (alrededor de 6´600.000 pesos) en los arreglos del velorio, incluyendo el ataúd, flores y otros gastos.
Ahora, surge una nueva interrogante: ¿quién era realmente el hombre que velaron? Al no contar con documentos ni familiares que lo identificaran, las autoridades lo enterraron como NN en el cementerio de Yurimaguas.
Este caso, además de generar revuelo en la comunidad, ha dejado una lección sobre la importancia de verificar adecuadamente la identidad de los fallecidos antes de proceder con su reconocimiento. Mientras tanto, la familia Saurin intenta asimilar la increíble historia que vivieron, una que, sin duda, nunca olvidarán.