Quienes me conocen saben que amo el mar, sobre todo si se trata del Mar Caribe. Además, sabrán que nací frente a él y que disfruto mucho poder recorrerlo y llegar a sus playas, que son todo un paraíso.
Me gusta coger una lancha e ir conversando con quienes la conducen sobre sus faenas cotidianas. Uno de los lugares que aprecio y recuerdo, es Playa Blanca.
Me gusta llegar y encontrar allí todo un ambiente de alegría, gente muy buena que acoge y que permite vivir una experiencia positiva; sin embargo, tengo que decir que quedé preocupado al escuchar las declaraciones del Flaco Solórzano, quien denunciaba un abuso en el cobro de alimentos en esta playa.
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En el vídeo, entre otras cosas, el Flaco afirma: “180 mil pesos por un par de lebranches”. El restaurante en cuestión también salió a dar su versión de los hechos.
Más allá de decir quién tiene la razón, hoy quiero sacar, desde mi experiencia, algunas conclusiones que nos pueden servir para la vida.
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1. Necesitamos cuidar a los turistas. Es cierto que son muchos los casos en los que los excesos en precio han hecho que más de un visitante se devuelva a su casa frustrado, y en lugar de haber vivido un momento de esparcimiento, termine viviendo toda una experiencia engorrosa. Por eso no está de más insistir en la necesidad que tenemos de hacer sentir queridos a quienes vienen de afuera, lo cual no significa regalar el trabajo, sino brindarles una experiencia justa, tanto para quienes trabajan en este sector, como para sus principales clientes.
2. También les recomiendo –por experiencia- a los turistas, que pregunten antes de consumir y lleguen a acuerdos en los precios. Yo en estas playas siempre encuentro a alguien que trae los pescados en una bandeja y permite elegir entre uno u otro.
3. Necesitamos establecer acuerdos en las dificultades que vivimos con los demás, dejando a un lado el orgullo y aceptando los errores, para poder recomponer de manera asertiva el camino. Creo en el turismo del país, en el esfuerzo de quienes buscan brindar experiencias positivas de esparcimiento y en quienes día a día trabajan en este sector para sacar adelante a sus familias, pero también creo que este caso, y muchos otros que conocemos, nos pueden dejar aprendizajes para el futuro.
Disfrutemos todos nuestro país: desde los trabajadores del turismo, hasta quienes visitan los lugares de turistas.
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