Una familia de Washington, Estados Unidos, enfrenta una tragedia tras la muerte de Erik Edge, un joven de 17 años que falleció durante lo que se suponía sería una cirugía de ruina para extraerle las cordales. Lo que comenzó como un procedimiento común terminó en un desenlace fatal que ahora tiene a sus padres exigiendo respuestas y justicia.
Erik, quien era estudiante de secundaria, llegó el pasado 24 de junio al consultorio Liberty Oral and Facial Surgery para realizarse la extracción de una muela del juicio, algo que según la Asociación Estadounidense de Cirujanos Orales y Maxilofaciales, tiene una tasa de mortalidad extremadamente baja, siendo de 1 en 365.534. Sin embargo, ese día las estadísticas no estuvieron a favor de la familia Edge.
¿Qué pasó el día en que Erik fue a que le extrajeran las cordales?
Mark Edge, padre del joven, dejó a su hijo en la clínica y esperaba que la operación fuera rápida y sin complicaciones. Sin embargo, momentos después, observó la llegada de paramédicos y bomberos al lugar, un panorama que anticipaba que algo no iba bien.
En medio de la confusión, Mark logró entrar y junto a su esposa, Sara, presenció los intentos desesperados del personal por reanimar a Erik. Pese a los esfuerzos, fue declarado sin vida tras ser trasladado a un hospital local.
Por su parte, la familia del menor aseguró que la causa de la muerte fue una reacción adversa a la anestesia que califican de “totalmente evitable”. Ante esto, presentaron una demanda contra el cirujano oral Bryan McLelland, quien, según la denuncia, actuó como cirujano y anestesiólogo durante el procedimiento, lo que pudo haber comprometido la seguridad del paciente.
De acuerdo con los abogados de la familia, McLelland no se percató de que Erik dejó de respirar durante varios minutos, lo que resultó fatal. Además, señalaron que ni él ni su equipo contaban con los recursos necesarios para atender una emergencia de este tipo.
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