Gran parte de la memoria cultural nacional quedó registrada para los anales de la historia y el recuerdo gracias a don Álvaro Castaño Castillo; sí, don Álvaro, como muchos le decían por cariño, respeto y sobre todo por ser quien abrió los espectros sonoros a la “inmensa minoría”.
Bogotano, hincha santafereño de corazón porque fue el presidente de su equipo del alma por allá en 1944, el quijote de la radio cumple este miércoles 100 años de historia.
Don Álvaro fue un hombre sencillo, tan sencillo como sus gustos por la comida. Quienes lo conocían cuentan que amaba la comida colombiana a más no poder. Entre sus platos favoritos deleitaba el osobuco, le encantaba el chorizo y tenía por costumbre “cuando podía”, parar en La Mesa Cundinamarca y tomar una rica aguadepanela con queso los fines de semana, para después llegar a su finca de descanso en el Totumo-Carmen de Apicalá.
Publicidad
Vea aquí: Murió en Bogotá Álvaro Castaño Castillo, decano de la radio y la televisión
Detrás de esta sencillez se esconde la historia de un coleccionista de historias y relatos, el amigo de un gran círculo cultural digno de cualquier noble famoso europeo, presidente o rey de la antigüedad.
Publicidad
Un siglo de su natalicio
Álvaro Castaño Castillo nació en Bogotá el 9 de junio de 1920, estudió en el instituto La Salle y se graduó de abogado en la Universidad Nacional de Colombia. Su tesis de grado: “La Policía: su origen y su destino”, le mereció el título de historiador de la Policía Nacional, otorgado por la Academia Colombiana de Historia Policial.
El 15 de septiembre de 1950, fundó con un grupo de socios la primera emisora privada en Colombia dedicada a la cultura: la HJCK, el mundo en Bogotá. Fue, además, miembro fundador de la Universidad de los Andes y de la Casa de Poesía José Asunción Silva.
Don Álvaro fue un caballero en todo el sentido de la palabra, un visionario y gestor cultural único en su clase y época, ya que desde muy temprana edad encontró su vocación. Muy temprano, supo que su obsesión sería la de dedicarse a “la terca tarea de hacer cultura”.
Publicidad
Fue un hombre que amó a sus amigas, que las quiso entrañablemente. Todas esas mujeres que caminaron con él y los hombres que lo entendieron, que compartieron con él sus rones y sus momentos maravillosos dan fe de su inmenso afecto.
Entre estas mujeres había una: "doña Aleyda" mamá de Néstor Humberto Martínez Neira, quien entregó a la HJCK su vida, toda, con una decisión y lealtad incomparable.
Publicidad
Lea también: Desgarrado, Álvaro Castaño Castillo recuerda a su amigo Álvaro Mutis
Si Álvaro personifica a Don Quijote en el mundo de la radio cultural, doña Aleyda, aunque no fue nunca su escudera, representaba un honorifico Sancho Panza en lo que fue esa impresionante gesta radial.
Cuenta el mismo Álvaro que: “En una ocasión llegó un comprador inusitado que me ofrecía un buen dinero como precio por una acción en la emisora. El caballero llegó a la oficina de la calle 17 y me dijo que sabía que la acción estaba en venta, que la emisora estaba dando pérdidas. Le pedí (a doña Aleyda) que trajera los libros de la empresa y ella, poniendo los brazos en jarra, mirándome a los ojos con decisión, me contestó: ‘No doctorcito. Esa orden no se la puedo atender’”.
“Yo quedé sorprendido, estupefacto. Me pareció que era una descarga de lealtad digna de Policarpa Salavarrieta. Y así fue. Luego, Aleyda se dirigió al frustrado comprador y le dijo: “’o sentimos mucho, señor, la emisora no está en venta’”, agregó.
Publicidad
Álvaro Castaño Castillo dedicó su vida a enaltecer la cultura y tuvo la fortuna de encontrar una persona con sus mismos anhelos, su misma pasión, sus mismos gustos y sus mismas preocupaciones: Gloria Valencia.
Con Gloria, quien le acompañó durante más de sesenta años de matrimonio, no cedieron “ni un ápice” en su empeño de levantar el nivel cultural en Colombia. Siempre, hasta los últimos días de su vida, les recordó a los colegas radiodifusores los tres aspectos en que él dividía la radio: la noticia, el esparcimiento y la cultura. Siempre promulgó que estos tres aspectos debían formar un triángulo equilátero.
Publicidad
La voz humana es la huella más onda y perdurable que deja el hombre en su paso por este mundo”, decía Castaño Castillo. Por ello se dedicó, desde el primer día que tuvo los medios para perpetuarla, a crear el gran legado que le deja a la Nación: el archivo de voces HJCK.
La literatura, la historia, las artes plásticas, la música, el periodismo, el amor por la naturaleza, esas disciplinas que lo entusiasmaban, no podían encontrar una mejor forma de entrelazarse que por medio de la radio. Una radio cultural que le aportara al país esa cuota que le hacía falta para levantar su nivel.
Vea aquí: "Así nació la histórica HJCK, la radio para la inmensa minoría
En el prólogo del Libro para la minoría, año 2006, el expresidente Belisario Betancur narró narra un hecho insólito, una de las más bonitas anécdotas coleccionables de don Álvaro:
Publicidad
“En 1967 se empeñó en grabar la voz de un escritor ciego en la imposible lectura de su propia poesía; y, a fin de vencer el inconveniente de la ceguera, logró que la aprendiera de memoria para decirla en el micrófono del exacto modo en que la había dictado a su amanuense, el cual, durante años, fue su madre. Con inmensa paciencia debió vencer los escollos de los olvidos de un hombre, cuya vasta memoria vacilaba en el recuerdo de su propia poesía como en el último confín”.
“De ello quedan dos testimonios. Transcribo con puntual exactitud el primero, que es un admirable soneto de Álvaro Castaño:
Publicidad
Borges graba a Borges
Abierta la pupila a un mundo vano
Que solo escoria de la luz concede,
Borges recuerda a Borges, retrocede,
Toca antiguos recuerdos con su mano.
¿Dónde estarán, en que escondido plano,
Los versos de otro ayer, lo que antecede
a La lluvia, a Ajedrez, lo que sucede
en aquel canto a Ariosto, tan lejano?
Borges ya no recuerda. Lo ha perdido
el laberinto de su incierta gloria.
A la mirada gris que nada nombra
Se agrega la tiniebla del olvido.
Ojos sin luz. Memoria sin memoria
Borges sin Borges. Sombra sobre sombra”.
Por la emisora HJCK, su proyecto y empresa, desfilaron los grandes maestros de la literatura: Cervantes, Shakespeare, Unamuno, Ortega y Gasset, Gabriel García Márquez, Álvaro Mutis... para encontrarse con los vientos de Alejandro Obregón, el surrealismo de Salvador Dalí, el cubismo de Pablo Picasso, o las figuras “descomunales” de Fernando Botero y bajo los acordes de la música de Antonio Vivaldi, Wolfgang Amadeus Mozart, Johann Sebastian Bach, Hildegarda von Bingen o Ludwig van Beethoven.
Todo este universo de letras y sonidos, para ofrecerle a los colombianos la vida y obra de los próceres de nuestra patria y de los grandes personajes de la historia mundial, su otra gran pasión.
Lea también: Archivo de la emisora HJCK, un tesoro de la radio colombiana
Publicidad
Francisco de Paula Santander, Antonio Nariño, Miguel Antonio Caro… entre tantos, compartieron sus “opus” con Eleonor o Alinor de Aquitania a quien denominó como “la inventora de la escenografía del amor”; Juana de Arco sobre quien afirmaba “la muerte de Juana de Arco fue una de las grandes cobardías de la historia”; también Agnes Sorel, Lucrecia Borgia, Los Medici, Abelardo y Eloisa, Ricardo I de Inglaterra (Ricardo corazón de león) o Carlos V de España, Guillermo “El trovador” o Alfonso X “El sabio”.
Don Álvaro no solo queda en la historia por llegar a sus 100 años de viva voz, sino que aparte de todo nos deja un tremendo legado cultural.
Publicidad
Vea aquí: Álvaro Castaño: el doctor
En 2000 se incluyó en las listas de los grandes periodistas de la radio en Radio Nacional de Colombia, RTVC.
En 2014 donó a la nación más de 50.000 archivos que contienen una diversa cantidad de programas radiales en los que hay entrevistas con escritores colombianos y latinoamericanos, así como grandes personajes del mundo.
Aquí se deja un fragmento de su voz y sus enseñanzas para la radio. De esta manera le rendimos un pequeño homenaje a nuestro quijote de radio, que se aventuró a brindarle cultura de calidad a todo un país.
Publicidad
“La voz humana es la huella más onda y perdurable que deja el hombre en su paso por este mundo”, Álvaro Castaño Castillo.