Un estudio desarrollado por la Universidad de Granada y la Escuela Andaluza de Salud Pública apunta que vivir con un perro y comprar con entrega a domicilio fueron factores de riesgo para contraer el coronavirus durante el confinamiento, además de otros más evidentes como salir a trabajar o vivir con infectados por COVID-19 , una publicación que contrasta con otros estudios.
La investigación analizó los principales factores de riesgo en la transmisión del coronavirus durante el confinamiento estricto entre los meses de marzo y mayo, según ha informado en un comunicado la Universidad de Granada.
Este trabajo reveló que vivir con un perro y realizar la compra de productos básicos en el supermercado con entrega a domicilio fueron dos de las variables sociodemográficas analizadas que más incrementaron el riesgo de contraer la enfermedad.
Según los datos de los investigadores, las posibilidades de contraer el COVID-19 fueron un 78 % más en las personas con perro y un 94 % mayores para los compradores con entrega en casa.
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Los responsables del estudio han incidido en la necesidad de que los dueños de perros extremen las medidas de higiene de estos animales, ya que no está claro aún si se contagiaron porque el can ejerciera como hospedador del virus o por haberlo sacado a pasear.
El estudio, publicado por la agencia EFE, causó indignación en redes sociales por considerar que a hoy no existe sustento científico para afirmar que existe una relación directa en la transmisión de la enfermedad y las mascotas.
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De acuerdo con elCentro para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, se considera poco el riesgo de que los animales trasmitan el COVID-19 a la gente.
Los animales no parecen tener un papel significativo en el contagio del virus que causa la COVID-19. No hay ninguna evidencia de que los virus puedan trasmitirse a la gente o a otros animales a través de la piel o el pelo de una mascota.
"El virus que causa el COVID-19 se propaga principalmente de persona a persona a través de las gotitas respiratorias cuando alguien tose, estornuda o habla. Según estudios recientes, las personas infectadas pero que no tienen síntomas posiblemente también contribuyan a propagar el COVID-19. Por el momento no existe evidencia de que los animales tengan un papel importante en la propagación del virus que causa el COVID-19. Con base en la información limitada disponible hasta la fecha, el riesgo de que los animales transmitan el COVID-19 a las personas se considera bajo. Se deben realizar más estudios para comprender si diferentes animales podrían resultar afectados por el COVID-19 y de qué manera", dice el organismo en su página web
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Más datos de la investigación de la Universidad de Granada y la Escuela Andaluza de Salud Pública
Para ejecutar el estudio, los investigadores diseñaron una encuesta con las variables que pudiesen explicar la exponencial propagación del virus, a pesar de las más restrictivas condiciones de movilidad implementadas durante el confinamiento.
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Este estudio realizado en todo el país buscó aclarar otras vías de transmisión de la enfermedad durante el confinamiento, para lo que se encuestó a 2.086 personas, el 40 % de entre 40 y 54 años, y con una prevalencia de la enfermedad inferior al 5 %.
Los resultados mostraron que convivir con un paciente deCOVID-19 incrementa 60 veces el riesgo de padecer la enfermedad. Además, entre todas las variables sociodemográficas analizadas, frente al aumento de exposición por vivir con un perro, tener gato u otro tipo de mascotas no tuvo un efecto significativo en la prevalencia de la enfermedad.
En este estudio, no alcanzó significación estadística el efecto de variables como el sexo, la edad, el nivel educativo, el tipo de residencia, el número de personas que viven en el hogar y sí se demostró que la medida de higiene más eficaz para reducir riesgos fue desinfectar los productos que se compran.
También aumentó el riesgo de contagio en personas con trabajo presencial (+ 76 %), el uso del transporte público o convivir con personas afectadas.
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Los autores destacan que se trata de un estudio epidemiológico, en el que no se abordan mecanismos ni pueden establecerse relaciones causales. Se trata de un estudio descriptivo, y en él se asocian estadísticamente las variables de estudio con la prevalencia.
Vea aquí el reporte del estudio en la Universidad de Granada
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