
El estrés se ha convertido en una de las principales preocupaciones de salud pública en la actualidad. En una sociedad donde se valora la productividad por encima del bienestar, y donde el tiempo para el descanso o el autocuidado suele ser escaso, el estrés ha dejado de ser una respuesta natural y momentánea, para convertirse en una carga constante que afecta a millones de personas en el mundo.
La presión diaria ya sea por responsabilidades laborales, familiares o personales, puede provocar que el estrés evolucione de una reacción puntual a un estado crónico. En estos casos, la mente y el cuerpo comienzan a mostrar señales claras de sobrecarga
¿Cómo identificar el estrés crónico?
A medida que el estrés se convierte en un estado crónico, sus efectos empiezan a ser más graves. La doctora María José García Rubio, docente de la Universidad Internacional de Valencia, explicó que el estrés tiene un impacto directo en la toma de decisiones y en la capacidad para establecer prioridades.
El ciclo de sobreexigencia se vuelve una norma, y el descanso se convierte en un lujo innecesario. Las personas atrapadas en este ciclo tienden a buscar constantemente una “solución rápida” a sus problemas, lo que refuerza la dependencia al estrés.

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Los síntomas físicos y emocionales del estrés crónico
El estrés prolongado afecta tanto al cuerpo como a la mente. Es común que muchas personas no reconozcan los síntomas que este trastorno puede generar, lo que incrementa el riesgo de enfermedades más graves. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran:
- Fatiga persistente: la sensación de agotamiento constante es uno de los primeros signos de que el estrés está afectando la salud física y mental. Las personas que se encuentran atrapadas en un ciclo de estrés a menudo experimentan una falta de energía, incluso después de haber descansado.
- Dolores de cabeza y problemas digestivos: el estrés provoca tensiones musculares, lo que puede desencadenar dolores de cabeza frecuentes. Además, problemas digestivos como el malestar estomacal, la acidez o el estreñimiento son comunes entre quienes están expuestos a niveles elevados de estrés durante largos periodos.
- Insomnio y trastornos del sueño: el estrés afecta el descanso, y muchas personas que sufren de este trastorno no logran dormir de manera reparadora. El insomnio o la sensación de estar constantemente agotado, incluso después de dormir, son señales de que el estrés está alterando el ciclo del sueño.
- Ansiedad e irritabilidad: a nivel emocional, el estrés puede llevar a una persona a sentirse ansiosa, irritable o incluso deprimida. La capacidad de relajarse disminuye y la mente se mantiene en un estado de alerta constante, lo que puede generar una sobrecarga cognitiva.

¿Cómo romper el ciclo del estrés crónico?
Para prevenir o tratar el estrés crónico, es fundamental adoptar un enfoque integral que contemple tanto la salud mental como la física. Aquí algunos pasos clave para evitar caer en la trampa de la adicción al estrés:
- Establecer límites claros: es crucial establecer límites entre el trabajo y el tiempo personal. La desconexión de las tareas laborales durante el tiempo libre permite que el cerebro y el cuerpo se recuperen.
- Fomentar hábitos de autocuidado: la práctica de ejercicio físico, la meditación, el yoga y otros métodos de relajación son esenciales para reducir los niveles de cortisol y restablecer el equilibrio emocional.
- Priorizar el descanso: el descanso adecuado es fundamental para el bienestar. No es un lujo; es una necesidad. Dormir entre 7 y 9 horas cada noche ayuda a restaurar los niveles de energía y mantener la salud mental en óptimas condiciones.
- Buscar ayuda profesional: si los síntomas del estrés se vuelven insoportables y afectan la calidad de vida, es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud. La terapia cognitivo-conductual y otras intervenciones pueden ser de gran ayuda para aprender a manejar el estrés de manera efectiva.