Las estadísticas no son esperanzadoras: alrededor de 360 millones de personas en el mundo sufren por cuenta de la discapacidad auditiva. Es decir, cerca de 5% de la población global. De esa cifra, 32 millones son niños y 328 millones, adultos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Pero lo más grave del tema es que la sordera parece un enemigo que ataca sin ‘hacer ruido’: se calcula que 1,1 billones de personas en el mundo están en riesgo de padecer una pérdida auditiva y que el costo global anual de la pérdida auditiva sin tratamiento, llegaría a los USD 750.000 millones.
Y a ello se le suman los seis enemigos con los que se puede encontrar una persona que pierde su sentido de la audición, y lo peor: que no trata la enfermedad.
1. Crea barreras comunicativas con la familia y amigos
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2. Aumenta el riesgo de lastimarse, a través de caídas, no escuchar una señal de alerta, por ejemplo.
3. Soledad
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4. Aislamiento social y depresión
5. Aumenta el riesgo de desempleo
6. Mayor riesgo de deterioro cognitivo y demencia.
¿Cómo darse cuenta de que se está padeciendo de hipoacusia? La directora clínica para la zona norte de Latinoamérica de la compañía austríaca MED-EL, especializada en la fabricación de implantes cocleares o dispositivos para recuperar el sentido del oído señala cuáles son esos síntomas.
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“Por ejemplo, en el caso de los niños usualmente la detección la hace un tercero: una profesora, el papá o alguna persona que perciba que no responde a los sonidos. Si un niño se desfasa del desarrollo auditivo normal habría que tenerlo como signo de alerta para que se acuda pronto a valoraciones auditivas que puedan definir como esa persona está escuchando y actuar a tiempo. En etapa escolar, se puede detectar por los desfases en el aprendizaje o necesidad de repetir constantemente lo que sucede y es por ellos estar alerta a como escuchan los más pequeños, sobre todo, entre los 0 a 5 años”, comenta.
¡Ojo! Y si conoce a alguien que presente estas señales, es pertinente verificar si existe alguna limitación auditiva, que, con un tratamiento adecuado, puede permitir la recuperación del paciente y de paso, llevar una vida normal.
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· Pedir a las personas que le repitan lo que dicen.
· Escuchar música o por TV con un volumen más elevado que el resto de las personas
· Dificultad de escuchar por teléfono
· Dificultad para mantener una conversación con otra persona
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· Sentirse cansado o estresado por tener que concentrarse mientras escucha.
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