Entre octubre y noviembre, el rechazo o el desinterés en aplicarse la vacuna contra el coronavirus aumentó en 1.7 puntos porcentuales y llegó al 44.2% de los jefes de hogar, según el Pulso Social delDane. En Cali, por ejemplo, donde las UCI están al borde del colapso, el 57% de los jefes de hogar no se quiere poner la vacuna, en Ibagué se tiene el mismo pensamiento.
Paradójicamente, el desinterés crece en un momento en que Colombia se prepara para iniciar el programa de vacunación masiva y en que los casos están creciendo en varias ciudades, al punto que muchas revivieron fuertes medidas de restricción a pocos días de Navidad.
En el último mes, el rechazo a la vacuna aumentó más rápido entre las mujeres que entre los hombres y está presente por igual en hogares de bajos recursos y en hogares que no. Sin embargo, los jefes de hogar con menos nivel educativo y los mayores de 55 años son los más reacios a ponerse la vacuna.
Entre las razones para negarse a la vacunación, la más importante es el temor a los efectos secundarios que es más elevado entre las personas más educadas. Un segundo motivo es el temor a que la vacuna no sea lo suficientemente efectiva y en tercer lugar están quienes creen que la vacuna se va a utilizar para manipularlos.