Los países que permiten comercializar cigarrillos electrónicos de consumo deben aplicar una reglamentación estricta para que resulten menos atractivos y nocivos para la población, por ejemplo, prohíben que se incorporen sabores, limitan la concentración y la calidad de la nicotina y gravan impuestos.
Estos países deben tener un criterio de seriedad para que se cumplan las normativas que se establecen y hacer un seguimiento y vigilancia que ayude a aplicarlas estrictamente y a introducir medidas de salud pública.
Esta situación se ha extendido por el mundo debido a que las autoridades han permitido la comercialización libre de los cigarrillos electrónicos, lo cual incentiva una presión sobre los jóvenes para que los consuman. En la actualidad, 34 países prohíben su venta, 88 países no han establecido una edad mínima para comprarlos y 74 carecen de normativas sobre estos productos nocivos. Por ejemplo, en Canadá, se duplicó en los jóvenes de 16 a 19 años entre 2017 y 2022, y en Inglaterra (Reino Unido) se ha triplicado en los tres años más recientes.
Por lo tanto, el Dr. Ruediger Krech, director del Departamento de Promoción de la Salud de la OMS, señaló que "las empresas y los influencers promocionan entre los niños cigarrillos electrónicos con más de 16.000 sabores distintos a través de las redes sociales".
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Los fabricantes de tabaco se lucran con los perjuicios para la salud de los consumidores y presionan a las autoridades para que no apliquen políticas sanitarias contrarias a los cigarrillos electrónicos. La OMS tiene constancia de que estas empresas financian estudios para generar pruebas falsas de que estos nuevos productos reducen los daños para la salud y las distribuyen ampliamente. Al mismo tiempo, promocionan de forma agresiva los vapeadores entre los niños y los no fumadores y siguen vendiendo miles de millones.
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