Jimena Gómez Ruiz recibió una llamada que sacudió su mundo: su hijo Santiago Arrieta, de 19 años, había sufrido una caída accidental desde el octavo piso del edificio donde vivían en Bucaramanga. La situación de Santiago era crítica y requería atención médica urgente. Llena de angustia, Jimena corrió al centro hospitalario junto a su esposo, donde Santiago fue recibido con la máxima urgencia. Tras una primera estabilización, fue trasladado al Hospital Internacional de Colombia (HIC) y permaneció en la Unidad de Cuidado Intensivo (UCI) durante más de un mes.
"En ese momento le dije a mi esposo, tengo mucho miedo de lo que le pueda pasar, pero también tengo fe y sé que mi hijo va a recuperarse", contó.
El diagnóstico médico fue desalentador: Santiago sufrió múltiples fracturas y condiciones que ponían en peligro su vida. El doctor Luis Alberto Salazar, coordinador médico del Instituto de Ortopedia del HIC, explicó que el joven había sufrido fracturas faciales, maxilofaciales, pélvicas del libro abierto (separación de la región púbica), de cuello femoral, y lo más alarmante, un tromboembolismo pulmonar.
El tromboembolismo pulmonar, con una tasa de mortalidad de aproximadamente el 80% en la mayoría de los casos, requería medidas urgentes. Se instaló un filtro de vena en Santiago para controlar la migración de los coágulos y prevenir consecuencias fatales adicionales.
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Durante su tratamiento, Santiago se sometió a más de siete cirugías, que incluyeron reconstrucciones maxilofaciales, procedimientos reconstructivos múltiples en la región pélvica, reconstrucción femoral, traqueostomía y un procedimiento endovascular para la instalación del filtro de vena cava. Cada intervención quirúrgica requería días de intervalo debido a la complejidad y la necesidad de reponer la pérdida sanguínea.
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El equipo médico, compuesto por más de 12 especialidades, trabajó muy duro para salvar la vida de Santiago. Radiología intervencionista, ortopedia especializada, psiquiatría, neumología, nutrición y fisiatría fueron algunas de las áreas involucradas en su atención.
Las probabilidades de sobrevivir a una caída desde una altura tan considerable son mínimas. Menos del 10% de las personas que sufren un accidente de este tipo logran sobrevivir, y en muchos casos, las secuelas limitan su capacidad de llevar una vida normal.
Pero Santiago desafió las estadísticas y, después de casi dos meses de tratamiento intensivo, pudo regresar a casa. Su recuperación fue considerada por muchos como un milagro, aunque él atribuye su éxito a la fe, el amor de su familia y la atención médica excepcional que recibió.
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Actualmente, Santiago se está recuperando en casa con el apoyo de su familia y su gato, Silvestre. A pesar de las dificultades, está decidido a volver a la universidad y continuar sus estudios de medicina.
La historia de Santiago marca un hito en la perseverancia y la atención médica proporcionada por el Instituto de Ortopedia, Traumatología y Reumatología del HIC. Durante los últimos siete años, la institución ha tratado aproximadamente 50 casos similares al de Santiago, demostrando su capacidad para manejar situaciones de emergencia con éxito.
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