Tibú, un municipio ubicado en el convulso Catatumbo, en Norte de Santander, vuelve a ser escenario de una tragedia que enluta a toda Colombia. La noche del pasado miércoles, un atentado violento dejó sin vida a Miguel Ángel López, su esposa Zulay Durán y su bebé de apenas seis meses. Un cuarto integrante de la familia, un niño de 10 años, sobrevivió al ataque.
El alcalde de Tibú, Richard Claro, lamentó profundamente lo sucedido: “Este hecho afecta la moral de todo un pueblo, sobre todo porque incluye la muerte de un bebé. Esto no es solo un acto de violencia, es una barbarie que demuestra lo lejos que estamos de una verdadera paz”, declaró en una entrevista con Néstor Morales en Mañanas Blu.
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El ataque: ¿emboscada o crimen selectivo?
Lamasacre ocurrió en la vía que conecta la Y de Astilleros con Tibú, una ruta históricamente marcada por la violencia y la presencia de grupos armados ilegales. Según los reportes preliminares, Miguel Ángel López, quien era el dueño de una funeraria, viajaba en su vehículo de trabajo junto a su familia cuando fueron interceptados por hombres armados que abrieron fuego sin mediar palabra.
Aunque todavía no se tienen claras las motivaciones detrás del ataque, el alcalde señaló que López, padre de tres hijos, no había recibido amenazas recientes. “Hablé con él hace dos días. Todo parecía estar en calma. Esto nos tomó por sorpresa y deja un vacío enorme en la comunidad”, comentó Claro.
Las autoridades han iniciado investigaciones para determinar si el crimen estuvo relacionado con los grupos armados que operan en la zona o si se trató de un acto de delincuencia común. El Catatumbo es conocido por la presencia del ELN , disidencias delas FARC y otros actores criminales, lo que complica aún más esclarecer los hechos.
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El niño que sobrevivió
En medio de la tragedia, sobrevivió un niño de 10 años que iba en la parte trasera del vehículo. Según testigos, el menor logró escapar del tiroteo y fue protegido por vecinos del sector. Actualmente, se encuentra bajo la custodia de familiares mientras recibe el apoyo necesario por parte del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF).
“La información que tenemos es que en la parte de atrás iba el hijo de 10 años, No sabemos si estaba el otro todavía, está con los familiares en este momento. (…) Se salvó del ataque. Logró salir del vehículo, el cual fue interceptado sobre la vía”, dijo.
El alcalde manifestó que, una vez ocurrida la masacre, el niño salió y fue ayudado por los vecinos de la zona.
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Un hombre de paz en una tierra de guerra
Miguel Ángel López no era un hombre común. Dueño de la única funeraria de Tibú, su trabajo trascendía el simple negocio. En una región donde la muerte violenta es parte del día a día, López realizaba levantamientos de cadáveres en condiciones que muchos temerían enfrentar. Era conocido por su disposición a ayudar a cualquier familia, sin importar el bando del conflicto del cual provinieran las víctimas.
“Él no se metía con nadie. Su única misión era responder a las llamadas de las comunidades que necesitaban su servicio. Iba a lugares donde nadie más se atrevía a ir”, recordó el alcalde. Recientemente, López había sido el foco de un documental que resaltaba su valiente labor en una zona asediada por la violencia.
De hecho, López había aparecido en un documental en el que narraba en qué consistía su trabajo.
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La paradoja de su muerte ha conmocionado al pueblo. “Es una ironía cruel. Asesinaron al hombre que recogía los muertos de esta guerra sin sentido. Su ausencia se siente como la pérdida de un pilar en nuestra comunidad”, añadió Claro.
Violencia en el Catatumbo: una herida abierta
El Catatumbo es una de las regiones más afectadas por el conflicto armado en Colombia. Con una mezcla de guerrillas, grupos paramilitares y narcotráfico, la violencia se ha normalizado para sus habitantes, quienes viven en constante temor. Este triple homicidio se suma a una larga lista de masacres que han marcado la zona en los últimos años.
Aunque las autoridades aseguran que trabajan para restablecer el orden, los habitantes de Tibú claman por acciones concretas que pongan fin a esta ola de violencia.
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“No basta con hablar de paz, necesitamos hechos reales que respalden esas palabras. Tibú no puede seguir siendo un lugar donde la vida no tiene valor”, sentenció el alcalde.
El llamado a la justicia
La comunidad de Tibú, junto con las autoridades locales, exige que la Fiscalía General de la Nación esclarezca este crimen y capture a los responsables. Mientras tanto, el niño sobreviviente se convierte en un símbolo de la resiliencia de un pueblo que, a pesar de la tragedia, no pierde la esperanza de un futuro mejor.
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