“Samaniego, territorio de paz, sí, sí, sí”, fue el grito que se escuchó en las principales calles de este municipio del suroccidente de Nariño , al inicio de los diálogos regionales de paz, convocados por el gobernador Luis Alfonso Escobar como una herramienta para hacer frente a la delicada crisis humanitaria que se registra en esta zona de la frontera entre Colombia y Ecuador.
Las personas llegaron desde todas las veredas y corregimientos de la subregión de los Abades, para exigir a los grupos armados ilegales que se cumpla con el cese bilateral al fuego pactado con el Gobierno nacional en las mesas de diálogos de paz con la guerrilla del ELN y las disidencias de las Farc al mando de alias 'Iván Mordisco'.
En sus rostros, los campesinos, indígenas y afros reflejan el temor de regresar a sus veredas y corregimientos porque dicen que las vías veredales fueron minadas y nadie responde.
Otros aseguran que varias casas fueron saqueadas y los cultivos de pan coger destruidos por las granadas de fragmentación y cilindros bomba utilizados durante la confrontación armada entre la guerrilla del ELN y la Segunda Marquetalia, que, según los labradores, se unieron para combatir a los integrantes de las disidencias del Estado Mayor Central.
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"Si la paz avanza, Nariño no retrocede", fueron otras de las consignas que se escucharon durante más de una hora que duró el desfile por las calles de Samaniego, donde sus comunidades afirman que ya se cansaron de la guerra y exigen vivir en paz.
El gobernador de Nariño, Luis Alfonso Escobar, fue enfático al advertir que este esfuerzo de la comunidad por exigir respeto por sus vidas se debe ver reflejado en el apoyo del Gobierno nacional con la inversión social y confió en que este sea el primer paso para que los desplazados regresen a sus territorios sin temor alguno.
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“No podemos seguir llorando ni permitir que aumenten las muertes de personas inocentes que nada tienen que ver en este conflicto armado”, dijo el mandatario seccional, quien aseguró que estos diálogos sociales tienen que tener como un fin único el avance de la paz para que los municipios puedan recuperar su tranquilidad y que los campesinos, afros e indígenas vuelvan a sus labores agrarias sin temor a caer en los campos minados ni estar en medio del fuego cruzado.
"Si llegamos con proyectos productivos, mejoramos las vías veredales, la salud, educación y cumplimos con los programas sociales, estoy seguro de que no habrá un solo espacio para que la violencia aumente", precisó Escobar.