Bogotá se encuentra inmersa en su tercer ciclo de racionamiento de agua, desencadenado por los preocupantes niveles del embalse de Chingaza. A pesar de los esfuerzos por parte de las autoridades locales y las recientes lluvias, el embalse no ha alcanzado los niveles necesarios para revertir la situación.
En los últimos informes, se indica que aunque ha habido un leve crecimiento en los niveles de algunos embalses, el estado crítico persiste en Chingaza. Esta situación entra con más preocupación con las declaraciones recientes de la ministra de Ambiente,
Susana Muhamad, quien señala que los esfuerzos de racionamiento solo han postergado el inevitable riesgo de quedarse sin agua en el país.
Muhamad destacó las fuertes lluvias registradas y su distribución en diferentes regiones, indicando que las precipitaciones no han sido suficientes en las áreas de mayor necesidad, como el embalse de Chuza. Además, enfatizó que si no se hubiera implementado el racionamiento en las últimas semanas, la situación sería aún más grave.
Este panorama ha generado un llamado urgente a la sociedad para replantear la forma en que se utiliza y se ahorra el agua en Bogotá.
"Es evidente que se está desperdiciando una cantidad considerable de este recurso vital. La crisis de agua actual demanda una acción colectiva y un cambio de mentalidad en la gestión del agua”, señaló la ministra de Ambiente.