Uno de los lugares más fascinantes de Bogotá se encuentra ubicado en sus límites y se alza como una frontera natural llena de una biodiversidad única e inigualable: los cerros orientales .
Sin embargo, pocos conocen qué es lo que hay detrás de estas impresionantes montañas que se pueden divisar desde cualquier punto de la capital colombiana.
¿Qué hay detrás de los cerros orientales de Bogotá?
Los cerros de Bogotá son mucho más que un paisaje espectacular que bordea la ciudad; detrás de ellos se esconde un complejo entramado natural, histórico y cultural que ha sido crucial para la identidad de la capital.
De acuerdo con la Secretaría Distrital de Ambiente, geográficamente, estos cerros son una barrera natural que delimita la expansión urbana hacia el este, y forman parte de un sistema montañoso que conecta los Parques Nacionales Naturales de Chingaza y Sumapaz.
Este corredor ecológico es vital para la biodiversidad, ya que facilita el flujo de especies entre estas reservas. Además, las montañas albergan fuentes hídricas esenciales para la ciudad, como ríos y quebradas, que nutren la Sabana de Bogotá
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Estos cerros, con una extensión de 14.000 hectáreas, no solo constituyen una barrera natural y visual, sino que son parte de un corredor de conservación que conecta el Parque Nacional Natural Chingaza, el páramo de Sumapaz y la Reserva Forestal Productora Thomas van der Hammen.
Aunque Bogotá es la ciudad más grande de Colombia, con una población de casi 8 millones de habitantes, según el Ministerio de Salud, es una urbe especialmente privilegiada por estar abrazada por varios páramos como ecosistemas estratégicos, con paisajes únicos en el planeta.
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De acuerdo con la Fundación Cerros de Bogotá , uno de los páramos que se conecta con los imponentes cerros de la capital colombiana, el de Sumapaz, es el más grande en extensión del mundo, con cerca de 1.780 km².
Detrás de los cerros, también existe una historia de conservación y lucha ciudadana por proteger este patrimonio. A lo largo de las décadas, se han implementado políticas ambientales que buscan preservar tanto su valor natural como cultural. La creación de la Reserva Forestal Protectora es un esfuerzo por mitigar el impacto de la expansión urbana y restaurar la flora y fauna nativas de la región
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