La Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia ) emitió un listado de especies invasoras que se encuentran en el departamento: el caracol gigante africano, el caracol de jardín, el langostino rojo, la rana toro, el guarami, la monjita tricolor, el ganso del Nilo y el chital.
Es importante recalcar que estas especies son la segunda causa de pérdida de biodiversidad en el mundo, después del cambio en los usos del suelo.
El proceso de búsqueda de esta fauna invasora permite analizar el estado y las tendencias de la biodiversidad para la generación de medidas y alertas tempranas. Cuando estas especies logran adaptarse pueden representar una amenaza para las especies nativas, alterar físicamente los hábitats e incluso afectar la salud humana.
La subsecretaria de ecosistemas de Corantioquia, Olga Lucía Zapata, hizo una solicitud a la ciudadanía para que, en caso de observar alguna de estas especies, las reporten a través de los canales institucionales de la entidad.
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"Hacemos un llamado de atención a toda la comunidad para que, en el caso de avistar estas especies, nos informen de manera inmediata. En Corantioquia necesitamos tomar medidas de preservación y hacer todo lo necesario para evitar que estas especies causen más daños en nuestros ecosistemas", destacó Zapata.
Entre las especies más peligrosas se encuentra el caracol gigante africano, originario del este de África y considerado una de las 100 especies más peligrosas del mundo. Al entrar en contacto con la baba, heces o mucosidades de este caracol, tanto humanos como animales pueden contraer diversas enfermedades que afectan el sistema nervioso central y los órganos abdominales. Asimismo, el langostino rojo es considerado peligroso y perjudicial tanto para el medio ambiente como para la salud humana, ya que es portador de gusanos planos y otros parásitos.
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Por último, está el chital o ciervo moteado, un mamífero originario de Asia que fue introducido, al igual que los hipopótamos, por Pablo Escobar en los años 80. Actualmente, esta especie ronda los bosques del Magdalena Medio, y su tamaño supera el promedio de los ciervos nativos.
Además, se reproducen en promedio con dos cervatillos por parto. Su presencia en el departamento afecta a las especies nativas de ciervos debido a la competencia por recursos y también impacta la capacidad de regeneración de los bosques nativos, ya que consume plántulas en crecimiento.