El exprimer ministro de Sarkozy, François Fillon, encabeza estos comicios cruciales cuyo ganador tiene grandes posibilidades de ser el próximo presidente de Francia.
Contra todos los pronósticos, Fillon, de 62 años, obtuvo 43% de los votos, delante del ex primer ministro Alain Juppé (27%) y del ex presidente Nicolas Sarkozy (23%), según resultados de cerca de la mitad de los colegios electorales.
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Solo los dos candidatos más votados pasarán a la segunda vuelta de las primarias de los conservadores.
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Estos tres candidatos están muy por delante de los otros cuatro aspirantes, que obtendrían cada uno menos de 3% de los votos.
Estas primarias, las primeras organizadas por la derecha francesa, movilizaron a un gran número de electores, con una participación estimada en entre 3,9 millones y 4,9 millones, según cifras comunicadas al cierre de los centros electorales.
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"La gente sabe que es importante porque el ganador tiene grandes posibilidades de ser electo en las presidenciales de 2017", señaló la presidenta de un centro electoral en Niza (sudeste).
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En efecto, según todos los sondeos, la izquierda socialista gobernante no pasaría a la segunda vuelta de las presidenciales del próximo año. El candidato de la derecha y la líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, se disputarían el Palacio del Elíseo en la segunda vuelta.
Fillon, exprimer ministro de Sarkozy entre 2007 y 2012, irrumpió con fuerza en los últimos días de la campaña de estas primarias inéditas de la derecha francesa.
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Este hombre austero y discreto logró imponerse ante un duelo anunciado entre el exprimer ministro Alain Juppé, de 71 años, que mantuvo un discurso moderado, y el expresidente Nicolas Sarkozy, de 61, que centró su campaña en los temas predilectos de la extrema derecha.
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Los tres candidatos tienen un programa similar. En el plano económico todos proponen reducir el gasto público, terminar con la jornada laboral de 35 horas y retrasar la edad de la jubilación.
Todos los franceses inscritos en las listas electorales podían acudir a las urnas. Para ello tenían que pagar dos euros y firmar una declaración en la que aseguraban respetar "los valores republicanos de la derecha y del centro".
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Resignados ante la derrota anunciada de su campo en la primera vuelta de las presidenciales de abril, varios simpatizantes de la izquierda fueron a votar pese a las largas filas registradas en varios centros electorales para influir en el resultado.
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Para muchos, su motivación principal era evitar que Nicolas Sarkozy regrese al poder.