Tras la noticia de que Roberto tenía ahora un contrato en Portugal, su destino como jugador profesional en Europa parecía inamovible, sin embargo, el amor le había sonreído en Argentina y ahora su corazón latía por algo más fuerte que su familia y el fútbol, era Patricia.
"Que yo me vaya no necesariamente significa que nos tengamos que separar" le dice Roberto a Patricia proponiéndole casarse, pero Gustavo no los apoya y le refuta a Roberto que Patricia y él "son un par de culicagados que no saben ni lo que quieren", "usted lo que tiene que hacer es concentrarse siempre 100 % en el fútbol", agrega.
"Quiero que Patricia esté a mi lado y usted puede decir lo que quiera, pero nosotros nos casamos, porque si no es casado con Patricia, yo no viajo a ninguna parte", le dice con fuerza Roberto a su papá y aunque la madre de Roberto intenta arreglar las cosas, él le responde que no escuchará más a su papá.
Gustavo, al ver que Roberto lo ponía contra la espada y la pared, decidió adelantarse a él para impedir el matrimonio y citó a Patricia para hablar con ella: "No me gusta hacer cosas a sus espaldas. Voy a ser claro y directo, Patricia. Mi hijo está a un paso de conseguir algo por lo que nosotros como familia hemos luchado, por lo que dejamos nuestro país, por lo que de una u otra manera dejamos a un lado nuestras vidas", le dijo a Gustavo a la adolescente.
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Agregando que no duda que ella lo quiera y que él la quiera ella, pero reiterándole que si en ese preciso momento su muchacho se desconcentra, todo se va a ir por el caño. "Todo el sacrificio que hemos hecho no va a servir para nada. ¿Usted no quiere eso, cierto?", le dice.
Si usted de verdad lo quiere, tiene que entender lo que le estoy diciendo. Y tiene que ayudarlo a que triunfe. Todos los que lo amamos tenemos que poner una cuota de sacrificio pensando en su futuro.
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"Le juro que la voy a estar llamando todos los días", le dice Roberto a Patricia en el aeropuerto, "está bien, pero vos hacele caso a tu papá y concéntrate en el fútbol, por favor. ¿No me vaya a olvidar, sí?", agrega ella mientras él aborda el vuelo 1209 de Iberia con destino a Lisboa.
Roberto y Patricia cedieron el último abrazo y la familia vio perderse al joven promesa por la puerta del muelle internacional.
A esas alturas de la vida, Roberto aún no había tenido un verdadero amigo. Esta era una de las experiencias que el control paterno le había impedido tener.
Ahora, viviendo solo y lejos de la familia, Waltinho, quien era otro de los jugadores de su nuevo equipo, iba a ser su primer parcero y con quien descubriría que Europa era todo un nuevo mundo de libertad por explorar.