Los comentaristas europeos afirman que gracias a El Volador Benítez, el equipo español ha mejorado y está presentando su mejor versión en mucho tiempo. "Este chaval ha tenido los debuts soñados y la hinchada madridista se rinde a sus pies. Le quieren, le aman, le adoran", afirman los comentaristas.
Sin embargo, algo pasaba en la mente de Roberto que, una vez más no le permitía disfrutar del momento de gloria que estaba viviendo y que envidiarían muchas personas en el mundo.
"¿Pero a ver, a vos qué te pasa? Acabas de debutar en el mejor equipo del mundo con tres golazos y no estás saltando en una pata. Hay una cosa que me tiene mal y no me la puedo sacar de la cabeza. ¿Y qué pasó? Es Fierro. Ese berraco me la tiene montada, me trata de sudaca, me jode todo el tiempo", le cuenta el futbolista a su representante.
Además de proponerle que expulsen a este jugador del equipo, petición que obviamente no tiene derecho a solicitar. Estos son los primeros indicios de la arrogancia que mostrará Roberto.
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La oculta depresión de Roberto se fue camuflando detrás de una soberbia que los medios se encargaron de alimentar. Los excesos, la rumba, la droga y las mujeres se volvieron habituales en la vida del jugador.
Paradójicamente, entre más se abandonaba a la vida loca, mejor era el rendimiento deportivo de Roberto y mejores los resultados del equipo. Ese año, de su mano, fueron campeones de la liga, de la copa del Rey, fue goleador y balón de oro. El primer colombiano en llegar a esas alturas.
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De regreso al país de vacaciones y convenciendo a su manager, Roberto montó con recursos propios una fundación para ayudar a niños pobres de zonas deprimidas a tener oportunidades de educación que de otra manera serían imposibles.