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¿Y qué fue del Eje Cafetero?

La zona cafetera del país era considerada una “Suiza” entre las regiones de Colombia, ahora, el panorama, es diferente.

296047_BLU Radio. Eje cafetero // Foto Twitter
BLU Radio. Eje cafetero // Foto Twitter

Durante décadas Caldas, Quindío y Risaralda se consideraron como una “Suiza” entre las regiones de Colombia. Fruto de la importancia del café en la economía nacional y en las exportaciones, este Eje ostentaba liderazgo nacional: los tres disputaban el mayor nivel de rendimiento por hectárea entre 12 y 13 cargas, lejos de Huila y Antioquia, que –luego de 20 años– los desplazaron.

 

En 1980-1981, cuando el café era el 5,8% del PIB total y cerca del 20% del PIB agrícola, los tres tenían en conjunto más de 220 mil hectáreas sembradas, casi la cuarta parte del país, y eran el 30% de la producción cafetera nacional. Al contrario, en 2014, acorde con el Censo Nacional Agropecuario, dicha participación en conjunto bajó al 16% tanto del porcentaje del área sembrada como de lo producido, casi igual que Antioquia y Huila pero cada uno por separado.

 

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Las tres últimas crisis cafeteras, la de 1995, la de 2001 y la de 2013, dejaron a los departamentos del entonces Eje Cafetero como principales damnificados, se perdió el norte de la vocación y no se ha retomado ni menos encontrado otra diferente ni siquiera en el sector agropecuario, cuyo primer renglón sigue siendo el café, sólo afloran los call centers. En Caldas, que es quinto productor nacional, según el DANE, es aún 40% de la producción agrícola en volumen; en Risaralda, que es séptimo, es el 45%, y en Quindío, que ha caído al puesto número doce, sigue siendo 96,6% de las exportaciones quindianas y 62% del producto agropecuario. Allí la contribución del ecoturismo, al que se convirtió un número grande de fincas, es sólo el 5,6% del PIB departamental, menos que toda la agricultura. 

 

Depender todavía del grano, pero menguado y debilitado, ha hecho que en el Quindío el 73% de la población económicamente activa esté entre el desempleo y la informalidad y que uno de cada cinco risaraldenses se fuera de su región, que viva en España, Francia o Chile, siendo las remesas de estos emigrantes la variable de cierre de la demanda de los hogares para adquirir vivienda y bienes importados y suntuarios. En Caldas, el que la industria sea 15% del PIB y casi 20% del de Manizales, ayuda a una situación menos frágil que la de los otros dos casos donde la manufactura declinó. Como economías en decadencia en ninguna el ahorro de capital local logra financiar la inversión necesaria, las captaciones en el sector financiero son inferiores a las colocaciones.

 

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En estos tres departamentos, la clase política inescrupulosa y una dirigencia económica, que abandonó los criterios cívicos fundacionales de esta comarca, se dedicaron a feriar los patrimonios públicos construidos por décadas. Empresas de energía, de telecomunicaciones y de aseo, alumbrados y aeropuertos (el de Manizales acabó en un desfalco) cayeron en manos de terceros e importantes activos regionales del gremio cafetero como las corporaciones financieras –para impulsar el desarrollo– se extinguieron. Los recursos derivados de las privatizaciones se esfumaron y no pocos congresistas, ex gobernadores y ex alcaldes han sido destituidos y encausados por corrupción y otros desaguisados.  

 

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Todo al final decanta en agravamiento de males sociales: En Pereira crecen los adictos a la heroína y su edad promedio es de 16 años. De diez ciudades analizadas por Uniandes y otras entidades sobre el crecimiento del Índice de Progreso Social entre 2009 y 2014, Pereira ocupó el octavo puesto, con puntaje de 66,63, mientras el promedio nacional fue 68,85. Armenia ha estado entre las tres ciudades con más desempleo en los últimos años y el PIB del Quindío ocupa el puesto 22 entre todos los departamentos, superando solo a Chocó, Arauca, San Andrés y Vichada y a los seis de la Amazonia. También Quindío y Risaralda están entre los de mayor prevalencia de VIH. Caldas, por su parte, tiene tasa de migración negativa y la demográfica crece por debajo de la nacional. Se volvió región expulsora.

 

El antes denominado Eje Cafetero, víctima de la política económica de los últimos 25 años y de cabecillas que asaltaron el barco en medio del naufragio, requiere recuperar la senda del progreso. Aquí cabe la máxima: “las sociedades cambian cuando sus gentes cambian”: ¿llegó el momento de otros dirigentes? 

 

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