La reciente fallida negociación entre el futbolista James Rodríguez y el Junior de Barranquilla deja muchas lecciones, especialmente sobre la importancia de las formas en cualquier interacción humana. Es natural que un trabajador busque el lugar donde mejor valoren su trabajo, porque de eso depende su sustento.
Sin embargo, es esencial ser claro y transparente para no generar esfuerzos innecesarios en quienes están del otro lado. Decir “no” es válido, pero siempre debe hacerse con respeto y empatía.
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En la vida, no solo importa lo que decimos o hacemos, sino cómo lo hacemos. Las formas son el lenguaje silencioso de nuestras intenciones, el puente que facilita relaciones sólidas y la clave para que nuestras ideas no se pierdan en la incomprensión. En una negociación, las formas marcan la diferencia entre un acuerdo fructífero y una ruptura amarga. No basta con tener argumentos válidos o propuestas sólidas; el tono, el respeto y la escucha activa son imprescindibles. Reconocer al otro como un interlocutor válido genera confianza y empatía, pilares fundamentales de cualquier trato. Por el contrario, la falta de formas puede cerrar puertas y sembrar conflictos futuros, incluso con las mejores intenciones.
En el diálogo, las formas son el puente que une nuestras diferencias. Hablar sin imponer, escuchar sin interrumpir y expresar desacuerdos con respeto son actitudes que enriquecen la conversación y permiten construir consensos. Un diálogo respetuoso no solo fortalece relaciones personales y profesionales, sino que también nos abre a nuevas perspectivas que nos hacen crecer.
Más allá de un adorno, las formas son el tejido de la comunicación efectiva. En lo social, son una herramienta poderosa para construir relaciones auténticas y proyectar el mundo que queremos habitar. Cuidar las formas es una inversión en la calidad de nuestras interacciones y, en última instancia, en la posibilidad de construir una sociedad más justa y armoniosa.
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Ojalá el caso de James Rodríguez sea un ejemplo que nos motive a reflexionar y a actuar con mayor sensibilidad y respeto en nuestras propias negociaciones y diálogos cotidianos.