
Uno de los trabajos de reportería que más me ha marcado como periodista fue el que realicé en Roma en marzo de 2013, durante la elección de Jorge Bergoglio como obispo de Roma. Todavía tengo presente la emoción de la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, expectante ante la declaración del cardenal francés protodiácono Jean-Louis Tauran: “Habemus Papam”. Y así, nos presentó a Francisco .
Han pasado casi 12 años desde aquel día, y en ellos: 47 viajes fuera de Italia, visitas a 66 países, la publicación de 4 encíclicas, el nombramiento de 140 cardenales y, sobre todo, una gran cercanía y sencillez en su ministerio petrino. Hoy, su salud es delicada, y como es habitual en estos casos, comienzan las especulaciones sobre lo que sucederá después de su muerte.
El Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, revisado por el propio Francisco en abril del año pasado, el rito funerario consta de varios momentos: la constatación de la muerte, que ahora no se realiza en la habitación del difunto sino en la capilla; la deposición inmediata dentro del ataúd; la exposición del cuerpo para la veneración de los fieles —ya dentro del ataúd abierto—, y el funeral. Luego, la preparación para la elección de su sucesor. Todo ello en un ambiente espiritual de acción de gracias, sin perder de vista la trascendencia del momento para la Iglesia y el mundo.
Para mí, Francisco ha sido un renovador, un hombre que ha intentado actualizar la institución eclesial en sintonía con la sociedad actual. Por eso, cuando me preguntan sobre su sucesor, siempre espero un Francisco II o un Juan XXIV, es decir, un obispo de Roma que continúe la tarea de responder a los desafíos que la Iglesia enfrenta hoy. Con la complejidad de un cónclave, predecir quién tomará el relevo no es tarea fácil, aunque ya comienzan a mencionarse nombres como Luis Antonio Tagle (Filipinas, 67 años), Peter Turkson (Ghana, 76 años) y Matteo Zuppi (Italia, 69 años), junto con los conservadores Willem Eijk (Países Bajos) y Peter Erdő (Hungría).
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Entiendo la necesidad humana de anticiparse al futuro, de especular y analizar posibilidades. Pero en estos días, más que pensar en lo que viene, lo que realmente considero es la importancia de seguir rezando por la salud del Papa Francisco.